El terremoto de Birmania fue una ruptura "especial", de 450 kilómetros y muy rápida
Se llama falla de desgarre o de desplazamiento horizontal de las placas y la velocidad a la que ocurre es más veloz que los sismos más habituales.
El terremoto que sacudió Birmania hace una semana fue un tipo "especial" de falla de desgarre (o de desplazamiento horizontal), con una ruptura de unos 450 kilómetros de largo en solo 80 o 90 segundos, lo que provocó que tuviese efectos tan intensos en lugares situados a más de mil kilómetros del epicentro, como Bangkok, según los datos más recientes.
En la capital tailandesa, una torre en construcción colapsó por completo y muchos edificios se tambalearon, dejando la peculiar imagen del agua de las piscinas de varias azoteas cayendo como una cascada, a pesar de la distancia con el epicentro del temblor.
La sismóloga Lucía Lozano, de la Red Sísmica Nacional de España, explica a Efe que aunque el terremoto se origine en un punto, realmente es un "frente de ruptura" que se propaga a lo largo de toda la falla.
Birmania está localizada encima de la falla de Sagaing, una fractura en el terreno de más de 1.200 kilómetros que atraviesa el país de norte a sur entre las placas India y Euroasiática, que se mueven de forma horizontal entre ellas, por lo que se define como una falla de desgarre o lateral.
"Los estudios más recientes que se están realizando ahora parecen indicar que este tipo de terremoto es un tipo un poco especial de falla de desgarre, en la que la ruptura viaja muy rápido", señala Lozano.
La ruptura fue de gran tamaño, unos 450 kilómetros de largo por 15 de ancho, y más rápida de lo normal, en aproximadamente 80 o 90 segundos.
Como avión supersónico
Expertos como el sismólogo alemán Frederik Tilmann la calificaron incluso como "el equivalente en terremotos a un avión supersónico".
Esto, unido a la elevada magnitud del temblor (7,7), "ha podido provocar que los daños hayan sido muy grandes en una zona muy amplia", explica la española Lozano.
En la propia Birmania los efectos fueron devastadores, con más de 3.000 muertos, miles de heridos y varios cientos de desaparecidos.
Lozano recuerda que el tipo de suelo de la zona también influye en el nivel de devastación y, en el caso de Birmania, el Servicio Geológico de Estados Unidos alertó que había una probabilidad "muy alta" de deslizamientos de tierra de licuefacción del terreno.
"La licuefacción es un fenómeno que se produce en suelos saturados de agua, en suelos sueltos, que hace que el suelo pierda estabilidad. Es como cuando uno pisa la arena mojada, que luego sube el agua, ¿verdad? Entonces eso hace que haya mucho más riesgo de colapso de edificios", dice.
La zona registró decenas de réplicas en la última semana, la más alta una de magnitud 6,4 que se produjo apenas 10 minutos después del temblor principal.
La sismóloga alerta de que en terremotos de magnitudes tan altas, las réplicas pueden prolongarse "durante meses, incluso un año o más", como ocurrió en Chile en el megasismo 9,8 del 27 de febrero de 2010, por lo que la tierra puede seguir temblando en Birmania.
"Lo habitual es que el número de réplicas vaya disminuyendo con el tiempo, pero nunca se puede descartar que haya periodos en los que el número de réplicas sea mayor o que las magnitudes sean un poco más altas", explica.
Un terremoto de tanta magnitud libera una gran cantidad de energía, lo que desestabiliza la zona y redistribuye las tensiones que se acumulan en la corteza a nivel regional.
En este caso se produjo además en una zona de elevada sismicidad con mucho movimiento de placas.
"En esta zona el movimiento relativo de una placa respecto de otra está estimado en unos 3 o 4 centímetros al año", apunta la sismóloga.
Esa elevada sismicidad queda patente en los registros históricos de la zona, con seis terremotos con magnitud igual o superior a 7 en los últimos 125 años, el mayor en 1912 (7,9).
Torres de departamentos en el suelo en la ciudad epicentro del terremoto de Birmania.