10 años del 25M y las heridas abiertas
El gobierno de la época, encabezado por la Presidenta Bachelet, que contaba con 5 de los 6 parlamentarios de la región en el Congreso y con una cómoda mayoría en el Consejo Regional, no estuvo a la altura de la reconstrucción. Álvaro Iriarte, Director Contenidos del Instituto Res Publica
En un abrir y cerrar de ojos han transcurrido 10 años desde la tragedia de los aluviones que afectaron a la Región de Atacama el 25 de marzo de 2015. Hemos aprendido algunas valiosas lecciones, pero también, hay heridas que no han terminado de sanar del todo, y que quizás nunca lo hagan.
Una primera herida que sigue doliendo es la sensación de olvido, sobre todo de las víctimas. Hoy parece que solo en Atacama se recuerda y conmemora a las víctimas de los aluviones. No es como el terremoto del 27-F que sigue vigente y presente en la prensa nacional y en diversos espacios. En el caso de Atacama, solo los habitantes de esta tierra mantienen vivo el episodio como parte de esa historia común que define una identidad. La gran preocupación manifestada por de los vecinos de Chañaral -una de las zonas más afectadas- se hizo realidad: la prensa y el país se olvidó silenciosamente. Parece justificada la opinión común en Atacama de que la región y su gente no le importan a Santiago.
Una segunda herida abierta es la reconstrucción. El gobierno de la época, encabezado por la Presidenta Bachelet, que contaba con 5 de los 6 parlamentarios de la región en el Congreso y con una cómoda mayoría en el Consejo Regional, no estuvo a la altura de la reconstrucción. Lo más indignante fue que se anunciaron 500 millones de dólares para la reconstrucción. Pero al final no era un fondo especial, eran recursos que entraron al Tesoro Público y de ahí se fueron reasignando a través de los programas y proyectos habituales y ordinarios. Esto ha dejado hasta el día de hoy la duda en cuanto a si efectivamente se destinaron esos 500 millones de dólares adicionales para la reconstrucción o si se perdieron en otros proyectos. El contraste con la exitosa y diligente reconstrucción del terremoto del 27-F, que afectó a más regiones y con mayor costo hace que está herida duela más, hace que la indignación sea justificada.
Considerando el manejo fiscal de la actual administración, los atacameños deberían estar preocupados: el déficit fiscal acumulado y el uso de los ahorros nacionales para cubrir ese déficit, sumado al letargo económico nacional, hace poco probable contar con recursos para enfrentar una nueva catástrofe de estas características. Muy preocupante.