Alcanzar la felicidad verdadera, no es una utopía, pero requiere bondad en el actuar a lo largo de la vida. Para que esto sea el objetivo de toda sociedad; la base es la educación, pero NO cualquier educación, se requiere una educación basada en el cultivo de virtudes cardinales, desde la más tierna infancia, puesto que la "guía" que permite enderezar el árbol, no se le pone a éste, cuando está maduro y listo para dar frutos, pues el tronco, ya no se endereza; lo mismo ocurre con el ser humano; las virtudes que forjan el carácter, se deben transmitir desde la más tierna infancia, pues ese será el cimiento de una sociedad justa y buena. Hace unos años participé del más importante congreso Iberoamericano de Ética y Filosofía Política, en Valencia España. Solo 2 chilenos fuimos parte de los latinoamericanos que asistimos al congreso como expositores, pues se exigía elaborar ponencias (presentaciones) que eran sometidas a jueces de la talla de Adela Cortina, referente en el mundo académico, cuando se habla de Ética, Filosofía, Sistemas de Gobierno y Democracia.
Más allá de haber sido destacado en dicho encuentro, con la selección de 2 ponencias, lo relevante para mí, fue coincidir con Adela Cortina en el diagnostico, respecto a la degradación ética de las sociedades actuales, junto a una creciente desconfianza en la política; y el descrédito del estado y las instituciones públicas. Esta degradación ética, ha llevado a nuestras sociedades occidentales, a perder la esperanza de construir una vida mejor, amparados en la fe pública, que cada ciudadano debería depositar en su democracia.
La pérdida de confianza en la fe pública, en las instituciones, y finalmente en la democracia, es lo que termina erosionando el entramado social, y si a eso, le sumamos la falta de probidad de quien ejerce altos cargos públicos, será cosa de tiempo, para que todo caiga en manos de la corrupción.
La corrupción sea cual fuere, no puede prosperar en una sociedad con fuertes principios y valores morales, reflejados en un actuar ético e integro de cada uno de sus ciudadanos. La corrupción es un cáncer que avanza de manera silenciosa, se va fraguando con los años, se profundiza cuando vamos justificando, tolerando y normalizando situaciones cotidianas que calificamos de inofensivas por desdén o desidia. La corrupción avanza cuando nuestros principios éticos y morales se relajan y finalmente se pierden, al punto, que comenzamos a justificar acciones impropias que destruyen acuerdos, vínculos, familias, comunidades y finalmente terminan destruyendo a sociedades completas.
Al respecto la crisis que vivimos a nivel global queda muy bien refleja por una frase que no es nueva, que le pertenece a ISOCRATES y que fue el preludio del colapso de toda la civilización y la democracia griega "Nuestra Democracia se autodestruye porque ha abusado del derecho de igualdad y del derecho de libertad, porque ha enseñado al ciudadano a considerar la impertinencia como un derecho, el no respeto de las leyes como libertad y la anarquía como felicidad..." (Isócrates, año 350 a. C). Por ello, si queremos personas que busquen hacer el bien, necesitamos que cada uno en su ámbito tenga firmes convicciones valóricas. Por ejemplo; para que un médico se comprometa con la salud de cada una de las personas que atenderá a lo largo de su vida; es necesario que ese médico, haya sido criado con virtudes y valores, de manera que, en cada momento de su vida profesional, honre el juramento hipocrático que realizó al finalizar sus estudios. Por si no lo sabe el lector, el juramento hipocrático, es el texto más importante de ética médica del mundo.