Hace unas tres semanas me desperté con la noticia del supuesto descubrimiento del mármol negro en la Región de Atacama, anunciado como un hito para Chile. Sin embargo, me resultó extraño, ya que a principios de diciembre estuve en una mina de mármol negro en el sector de Cerro El Morado junto con mis alumnos. Conocí esa mina hace tres años, gracias a don Luis Alfaro, uno de los choferes con mayor experiencia en terreno de la Universidad de Atacama, durante mi labor como profesora guía de una tesis.
Decidí compartir esta información en redes sociales, lo que generó sorpresa y numerosos comentarios. Uno de ellos resumió el sentimiento general: "Quien grite más fuerte es el que se lleva el crédito".
Los profesores Gabriel Erazo y Liver Rojas ya me habían hablado de la existencia de mármol en Atacama. En el laboratorio de mineralogía de la universidad había muestras de mármol ónix y celestita que se cortaban, pulían y utilizaban como obsequios -incluso con relojes incrustados- para quienes recibían reconocimientos en charlas o eventos especiales en el Departamento de Ingeniería de Minas de la UDA.
Hace poco, el Profesor Liver me recordó que en nuestro Museo Mineralógico existen cortes de mármol de diversos colores, todos provenientes de la región. Según el Profesor Erazo, la existencia de mármol en Atacama era conocida desde hace mucho tiempo, pero el mercado chileno nunca había mostrado interés en explotarlo.
Geólogos expertos como Patricio Castillo y Miguel Cáceres, quienes han comentado sobre este tema, coinciden en que el mármol negro presenta desafíos significativos para su explotación. Entre ellos, destacan la heterogeneidad en los colores, texturas y composiciones, lo que dificulta la obtención de bloques homogéneos y reduce su valor comercial. Sin embargo, señalan que el mármol siempre ha estado presente en Atacama, y las antiguas "marmoleras" de Vallenar son un claro ejemplo de ello.
La verdadera historia del mármol negro de Atacama merece ser contada y reconocida, no solo por quienes trabajan en la industria, sino también por la comunidad científica y la sociedad en general. Este supuesto "descubrimiento" no es más que una reafirmación del conocimiento y experiencia acumulados por personas como las mencionadas en esta columna. Es fundamental darles el lugar que merecen en una historia que, lejos de ser nueva, refleja años de trabajo y exploración en nuestra región.