Mirando hacia atrás, de seguro concordamos en que han sido años difíciles para la industria de la construcción y para la economía local en general.
En un momento crucial para el desarrollo de Atacama, debemos reflexionar sobre la situación que enfrenta el sector y el impacto que tiene en nuestra comunidad.
Factores como: la escasez de vivienda, la falta de mano de obra calificada y la urgente necesidad de una reforma en la formación educativa de nuevos profesionales, siguen marcado la agenda.
Datos entregados por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, detallan un déficit habitacional de 14.200 viviendas para Atacama. Ante esto, es crucial que se tomen medidas para acelerar la construcción de viviendas de calidad, incorporando tecnología e innovación, generando mayor sostenibilidad y accesibilidad a la vivienda.
Ahora miramos hacia un futuro prometedor en minería. Según cifras de la Corporación de Bienes de Capital (CBC), hay nueve proyectos mineros aprobados para la región, que traerán consigo 6.000 nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, esta reactivación implica un gran desafío: cerca del 85% de esa mano de obra debe ser calificada y aún no estamos preparados para enfrentarlo plenamente.
Las capacidades técnicas de algunos profesionales, no cumplen con los estándares de las nuevas tecnologías y normativas de la construcción, por lo que se hace imperativo trabajar de manera colaborativa con las entidades formadoras, diseñando programas adecuados a los requerimientos del sector. Es necesario actualizar los planes de estudio.
Pero más que una crítica a la forma en que se han abordado estos temas, este es un llamado urgente a seguir trabajando en conjunto, para fortalecer lazos con la academia y preparar a nuestra región para este nuevo horizonte.
La construcción en Atacama enfrenta retos importantes, pero no insuperables. Las falencias mencionadas deben ser afrontadas desde hoy, para crear una sinergia entre el sector privado, el ámbito educativo y las autoridades locales, con miras a un futuro más próspero, sostenible y preparado para las generaciones venideras.
Es hora de que nos hagamos cargo y asumamos la responsabilidad de preparar a Atacama para lo que está por venir.