En Chile 7 de cada 10 trabajadores no logran cubrir sus gastos de alimentación con el beneficio diario destinado para ello; estos datos, que nacen del más reciente estudio Barómetro de Alimentación 2024 de Edenred, exponen una realidad preocupante que se agrava con la llegada inminente de las fiestas de fin de año, donde los gastos en alimentación suelen duplicarse, poniendo una carga adicional sobre los presupuestos ya ajustados de los trabajadores.

El dato es contundente: un 36% de los chilenos destina más del 40% de su presupuesto mensual a alimentos, superando a países vecinos como Perú y Uruguay. Los precios de los alimentos en Chile subieron un 2,2% en octubre, marcando un contraste con los ingresos que se estancan o disminuyen en términos reales.

Lo que alguna vez fue una pausa para almorzar en un restaurante se ha transformado en una tendencia a cocinar en casa, donde el 84% de los beneficiarios utiliza el saldo para comprar insumos básicos. Sin embargo, el 69% de ellos agota estos recursos antes de que termine el mes, obligándolos a cubrir la diferencia con fondos propios.

El costo promedio de un almuerzo laboral supera los $8.000, lo que evidencia una desconexión entre el monto de asignación de colación que entregan sólo algunos empleadores y la realidad del mercado. Si el almuerzo se encarece, el trabajador paga el costo creciente afectando su estabilidad económica y emocional.

Es importante motivar a más empresas a ofrecer este beneficio, percibido por los trabajadores como un ingreso adicional y focalizado en algo tan importante como la alimentación, mejorando su calidad de vida. Esta iniciativa refuerza el compromiso laboral y eleva la productividad, generando un impacto positivo en el desarrollo del país.

A diferencia de otras regiones, como nuestras propias regiones vecinas por ejemplo, parece que las gestiones en Atacama suelen ser más lentas en su tramitación, y es que la sensación de postergación está tan naturalizada que la misma ciudadanía la termina por normalizar. El mejor ejemplo para esto, es que ya ni siquiera causa extrañeza que por un año más, la capital regional viva un verano sin tener la piscina olímpica municipal abierta para la comunidad.

Da una sana envidia contemplar como una comuna como Maipú, la cual pese a venir de una nefasta gestión municipal en lo administrativo, la cual tiene a la exalcaldesa Cathy Barriga enfrentando a la justicia, pudo gestionar con el IND - a través de su actual jefe comunal, Tomás Vodanovic - recursos para recuperar la piscina olímpica que tiene esa comuna, la cual para esta temporada estival ofrecerá cursos para que los más pequeños de la casa puedan aprender a nadar, y además supondrá una alternativa familiar para capear el calor que hará en este verano.

Ya la temporada estival 2025 está perdida ¿pero la nueva administración estará dispuesta a impulsar un proyecto que dejó la administración anterior? o bien ¿impulsará un nuevo proyecto?. Y es que la seremi del Deporte en Atacama ya mencionó que de momento no hay nada concreto, lo cual es tristísimo, porque los grandes perdedores son la propia comunidad copiapina y por extensión, los clubes deportivos que se dedican a la natación, que están tan acostumbrados a competir en condiciones desiguales, que cada medalla que consiguen sus deportistas suponen un doble mérito. Ya Copiapó se demoró casi 10 años en pagar una importante deuda con el atletismo, y no sería bueno que pase lo mismo con la natación.