"Ha emocionado siempre a un público muy joven"
Famosa es la obra de la poeta argentina Alejandra Pizarnik. Ahora se publicó la selección de su prosa, "Una traición mística". La autora española Luna Miguel habla acá de esa obra.
El 25 de septiembre se cumplieron 52 años desde que Alejandra Pizarnik decidió partir mediante una sobredosis de fármacos, aunque no sin antes anunciarlo en forma extensa a través de su "Poesía completa" reunida a comienzos de siglo junto a la prosa, volúmenes que la devolvieron a la vida, las vitrinas y sus lectores, cada vez más jóvenes, la convirtieron en un fenómeno de internet: cada tristeza y naufragio de cordura puede ser acompañada por un verso de Pizarnik. Luego, en 2013, vino la edición "ampliada, corregida y definitiva", según Lumen, de los diarios cuyas entradas se replican en redes sociales según el día. Ahora, "Una traición mística" es una suerte de destilado de sus prosas para dar cuenta de que "escribo para no suicidarme", "escribo para defenderme, para ganar mi espacio silencioso" y "si no escribo soy ausencia".
La autora, nacida en Argentina en 1936, es reconocida por títulos como "Los trabajos y las noches" y "Extracción de la piedra de locura", además de sus cartas con otros notables como el Nobel Octavio Paz ("El laberinto de la soledad") y Julio Cortázar ("Rayuela"): este último es el que le escribe a Pizarnik las famosas líneas "yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza, y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya", cual psiquiatra que intenta atrapar a un ser perdido en el diván.
El primer texto de "Una traición mística" establece un principio, un "recinto cuyo emblema es la conjunción de Eros y la muerte", porque, como agrega en el prólogo la poeta española Luna Miguel ("El funeral de Lolita") "la reflexión alrededor de la desaparición está siempre presente, aunque aderezada con cierto humor absurdo, que libra a la poeta de la oscuridad latente del resto de su poesía. La escritura de Pizarnik significa supervivencia a través del lenguaje y esa conclusión es el fogonazo de su pensamiento".
La argentina, desde el siglo XX, confirma con juegos como "estoy satisfehaciente, mucha Grecia" o "Total estoy=Tolstoy", porque "he vivido entre sombras. Salgo del brazo de las sombras. Me voy porque las sombras me esperan. Seg, no quiero hablar: quiero vivir". A esto se suma la crítica a la rutina, "¿dónde nuestro sueño de absoluto? Diluido en el afán diario. O acaso, a través de la obra, hacemos esa disolución más delicada".
"Una traición…" muestra los textos con fechas, lo que permite leerlos en el contexto de la vida de la autora, como un crucigrama que no se deja completar del todo al cruzarlo con sus diarios. El último apartado de esta antología en prosa, no obstante, carece de un lugar en el tiempo. Nunca lo tuvo o alguien en el archivo de la Universidad de Princeton, Estados Unidos, lo omitió. Pero queda un eco en "los años pesan sobre mis hombros. No podría yo escribir así al presente. ¿Había en esa poesía la asombrada y silenciosa desesperación de ahora? Poco importa. Todo lo que quiero es volver a reunirme con las que fui. (…) El destino de estas prosas es curioso: nacidas de la desgracia, sirven, ahora, para que se entretengan (o no) y se conmuevan (o no). Acaso, después de leerlas, alguien yo sé que me querrá un poquito más. Y esto sería bastante, es decir muchísimo", termina Pizarnik y con estas palabras Miguel cierra la antología.
La autora del prólogo comenta acá algunos aspectos de la poeatisa y su obra.
-¿Qué piensas sobre su fama póstuma, sus textos publicados más de una década tras su muerte? ¿Algo inalcanzable para ella estando viva?
-Es curioso, porque Alejandra Pizarnik vio cierto reconocimiento desde muy joven. En distintos círculos intelectuales de Argentina y Europa, ella era leída como una gran y eterna promesa. Era una joven que fascinaba a grandes poetas y personalidades de la cultura, y también una inspiración para otras escritoras y escritores de su generación. Evidentemente, lo que está pasado cincuenta años después de su muerte con la popularización de su poesía es una cosa mucho más grande, algo que no creo que nadie en vida pudiera llegar a creer si se lo dijeran.
-Pizarnik y su erotismo y dolor están presentes en tu obra, como en "Caliente". ¿Son estos aspectos lo que cautiva a las nuevas generaciones en internet?
-Creo que Pizarnik ha emocionado siempre a un público muy joven, generación tras generación, porque el abanico de emociones sobre los que piensa o poetiza suele conectar con cuerpos aún en pleno descubrimiento del mundo. Lo excepcional de su obra es que una crece con ella, una nunca la abandona. Sus lectores tenemos a mano su poesía completa, sus diarios y ahora espero que también sus prosas (con "Una traición…"), porque leerlos siempre nos trae algo nuevo que conecta con nuestra propia intimidad o con nuestros procesos de lectura.
-¿Cuáles son tus procesos junto a ella?
-Por ejemplo, a los 31 años me decidí a leer de un tirón "Ulises", de James Joyce, lo que hice consultando los diarios de Pizarnik, por sus opiniones y técnicas de lectura. Además, sus comentarios sobre Joyce me hicieron sentir menos sola en esa aventura (dado que es un libro que destaca por tener muchos lectores que no llegan a terminarlo). Erotismo y dolor, sí, pero también diversión, creación, ironía, lectura, revisión del canon, pasión por el lenguaje… Pizarnik es todas esas cosas y más.
-¿Pasó algo curioso o paranormal durante la recolección de textos, edición o armado del libro, que te permitiera pensar que Pizarnik estaba ahí, contigo?
-He llegado a un punto de mi vida en el que casi todo lo que me pasa con las autoras sobre las que leo y trabajo me mezcla en movidas paranormales, raras, mágicas. Siento mucho respeto por esas casualidades que me hacen llorar. Lo último que me pasó con Pizarnik es que yo estaba escribiendo algo sobre otro de mis escritores favoritos, Vladimir Nabokov ("Lolita"), y después al seguir corrigiendo el prólogo para "Una traición…", me topé con la referencia del diario de ella en la que se llama a sí misma "Alejandra Nabokov": Casi me dio un vuelco el corazón y entonces entendí que si leo, si me dedico a la literatura, es porque soy adicta a esos vuelcos, a esa magia, a esas casualidades que atraviesan la carne. Pizarnik es la compañera ideal para experimentar esas cuchilladas al leer.
"Pizarnik es la compañera ideal para experimentar esas cuchilladas al leer", dice Luna Miguel, quien prologa el libro.
"Una traición mística"
Alejandra Pizarnik
Lumen
256 páginas
$17 mil