Durante antenoche y ayer se analizó la elección de los gobernadores regionales de cara a las próximas presidenciales programadas para el próximo año, donde el oficialismo ha sacado cuentas alegres.
La razón: sectores de oposición dijeron que los comicios del domingo eran un plebiscito del Gobierno, el cual bajo esa óptica salió fortalecido dado que el pacto "Por Chile y sus Regiones" ganó en cuatro regiones -incluido Miguel Vargas en Atacama- a lo que se suman los dos ganados en primera vuelta. Además, independientes fueron "sumados" como parte de los triunfos dado que son afines a conglomerados del Ejecutivo.
¿Lo que pasó puede proyectar la elección presidencial? La respuesta es que no.
La elección a gobernador regional recae en lo políticos, pero también en la figura y en su condición de "independiente" a pesar de tener el apoyo de un pacto.
Siendo rigurosos en Atacama por ejemplo Vargas no es un PS pese a que militó en el partido. En la Región Metropolitana, Claudio Orrego fue de la Democracia Cristiana, pero ahora es independiente.
Más bien la votación fue por la figura en particular y esta especie de "caudillismo" que pueda generar. En términos prácticos y si se hiciera una proyección de cómo se votó en octubre, el alcalde electo Maglio Cicardini habría podido ganar si se presentaba a candidato a gobernador.
En La Araucanía -que era un bastión de Derecha- René Saffirio (ex DC) ganó, pero eso no significa que esa zona haya girado al centro y que en la próxima elección avance el oficialismo. En la región del Biobío el representante de Chile Vamos ganó con un 72%, pero eso no implica que en la presidencial esa zona dé su preferencia a Evelyn Matthei, por ejemplo.
Esta votación es distinta y podría calificarse como líquida, pero más que eso responde a patrones de representatividad de la figura y Vargas por décadas se ha hecho notar y eso pesa.