Filomena Valenzuela: la heroína silenciosa de la Guerra del Pacífico
HISTORIA. Se cumplieron cien años de la muerte de una mujer que cumplió la labor de cantinera en la guerra y que además destacó en el mundo del arte como actriz.
A cien años de la muerte de la copiapina Filomena Valenzuela, quien cumplió labores de cantinera en la Guerra del Pacífico, se ha transformado en una heroína olvidada para muchos en Atacama.
En su vida confluye el arte y la tenacidad que hizo que fuese reconocida no solo en Atacama, sino en otras regiones del país.
María Gabriela Huidobro, decana de la facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello. Licenciada en Humanidades y profesora de enseñanza media mención Historia de la Universidad Adolfo Ibáñez, valoró la huella dejada por la copiapina en la Guerra del Pacífico.
Filomena nació en Copiapó en 1848, sus padres, Juan Bautista y Ramona la educaron en el servicio público y en el amor al arte. "Solían participar de obras de caridad y protagonizar obras teatrales o musicales para la ciudad. Cuando estalló la guerra contra Perú y Bolivia, estaba por cumplir 31 y, aunque sus biografías difieren en los motivos, ese año se enroló como cantinera en el ejército chileno. Algunos dicen que lo hizo para acompañar a su esposo; otros, para seguir a su hermano", dijo.
Fue así que "como parte de este regimiento, participó en el asalto al puerto de Pisagua en noviembre de 1879. Tras ello, acompañó a los heridos a Copiapó y luego regresó con su regimiento. Así, participó también en los combates de Dolores y Moquegua, con la toma del fuerte de Los Ángeles. En esa oportunidad, estuvo a cargo de cuidar el estandarte del batallón, el que escondió en un hoyo bajo el lugar donde calentaban el agua para los heridos y tras la victoria, lo desenterró intacto para celebrar el triunfo".
La historiadora relató que Filomena participó además en la batalla de Tacna, en mayo de 1880, donde su hermano Juan Segundo perdió la vida. "Pese a esto, ella se mantuvo con sus compañeros, lo que le valió recibir el grado de subteniente. Como tal, participó de los avances al norte y en los períodos sin luchas, cuidaba a los heridos y enfermos, y buscaba levantarles el ánimo, organizando obras teatrales y celebrando hitos como las fiestas patrias, cuando cantaba y declamaba poesía. Por eso, los soldados la apodaron "la madrecita".
Filomena estuvo presente en las violentas batallas de Chorrillos y Miraflores, y participó en la ocupación de Lima del 17 de enero de 1881. Sólo después de ello, regresó a Chile. En Valparaíso, Santiago y Caldera, fue recibida con vítores junto a sus compañeros en los desfiles triunfales. Finalmente, Filomena se radicó en Iquique, donde retomó la tradición familiar y se incorporó a la compañía de teatro Novedades. "Solía sumarse a las fiestas y liturgias que conmemoraban los logros de la guerra. Dio entrevistas y charlas en ceremonias y escuelas, donde promovía el orgullo de ser chilena. El presidente Pedro Montt pasó a visitarla en 1909, para conmemorar los 20 años de su incorporación al ejército.