Redacción
El máquina, así era el apodo de un conocido copiapino que falleció un 28 de septiembre de 1981, hace 43 años. A pesar del paso del tiempo aún sigue siendo recordado.
Enrique Ariaga Lobos nació en Tierra Amarilla, pero fue un copiapino por adopción, es el personaje folclórico más recordado en Copiapó. Entre las décadas del 50 al 70, llamó la atención por su original forma de hacer publicidad.
"Apropiándose de la identidad de un gran número de personajes, el Máquina se disfrazaba de futbolista, muchas veces de jefe indio piel roja, en otras oportunidades era el jinete fantasma, en ocasiones especiales era el señor del frac con sombrero de copa y , en las visitas a Copiapó del cuadro verde, el Máquina era carabinero, apareciendo por las calles de la ciudad voceando ese gran espectáculo montado en un hermoso caballo. El Máquina, además de usar diferentes disfraces, quedó en la retina de los copiapinos por su infaltable corneta, regalo que recibió en el regimiento al terminar su servicio militar, y de parte de un nortino llamado el Negro Arcos, obtuvo como donación su característica bocina negra, que amplificaba su voz grave, siendo el mismo Negro Arcos la persona que le enseño al Máquina a realizar la propaganda callejera", explicó Abel León Pérez, integrante de la Agrupación Patrimonial Cultural Recreativa Enrique Ariaga Lobos, El Máquina.
Cuenta Abel León que el personaje, recorría el centro de la capital regional a pie o en el coche de su amigo Adilio, acompañado por su sobrino el Chopi, que tocaba el bombo y por su fiel perro llamado el Chuico, anunciando a viva voz películas espectáculos que se presentarían en los cines de la ciudad, a los circos, liquidaciones de tiendas y partidos de fútbol de la selección de Copiapó, provocando la atención y admiración de los transeúntes.
Además, era un asiduo visitante a los velorios. El Máquina "los amenizaba durante toda la noche contando anécdotas y chistes. Las malas lenguas dicen que hasta el difunto se volvía a morir de tanta risa. Católico a su manera, perteneció toda su vida al grupo de baile chino Moreno que le baila a la Virgen de la Candelaria en febrero y en julio viajaba a la Tirana a rendirle homenaje, junto a su grupo de baile, a la Virgen patrona del Tamarugal", dijo.
Relata que el Máquina siempre celebró el día de la Cruz, misa que conmemoraba el fallecimiento del padre Negro el 3 de julio o que se realizaba el primer domingo de este mes. Eran los padres Franciscanos Belgas quienes celebraban la misa en la cima del cerro y allí estaba el Máquina con su murga conformada por niños de su barrio Rodríguez.
Para equipar la murga, el Máquina utilizaba cajas de guerra, bombos, pitos, flautas, tarros vacíos de leche con piedras en su interior y palos con cachos de toro en sus puntas, que lo había copiado de las películas de romanos. Era costumbre que al finalizar la misa, los padres Franciscanos regalaban sándwiches y bebidas a los niños de la murga.
"El 28 de Septiembre de 1981, El Máquina sufrió su tercer infarto cardiaco, que lo llevó directo al cielo para seguir haciendo sus propagandas callejeras. Lo imaginamos con nuevos disfraces voceando espectáculos y liquidaciones como a él le gustaba, sorprendiendo y entreteniendo a los copiapinos", recordó.
Finalmente, señaló que "El Máquina nació pobre y murió pobre. Su gran riqueza fue la de ser un hombre sencillo, honrado y emprendedor, nunca le hizo daño a nadie, que se conformaba con poco, pero que entregaba mucho desde su noble corazón. Hace poco supimos que una calle de una población nueva en Copiapó lleva su nombre, homenaje tardío, pero que llega a honrar a una persona única, auténtica e inolvidable para los que lo conocimos".