Cada año el Índice de Desarrollo Regional (Idere) se convierte en un aporte para ver cómo están las regiones en cuanto a su progreso. Y este año los resultados no son nada alentadores para Atacama, que está fuera del listado que recuperó o superó los valores previos a la pandemia y está estancada en las distintas dimensiones.

Se ubica en el séptimo lugar, donde lo peor es Conectividad (conexión a internet fija, carreteras y caminos pavimentados y líneas telefónicas), mientras que increíblemente la dimensión Educación (escolaridad) tiene los mejores niveles, algo que debería ser analizado en mayor profundidad dado los múltiples problemas especialmente de la enseñanza pública que se arrastran desde antes de la pandemia.

Y es que acá es donde nos debemos detener. Si la Educación fue lo mejor ¿realmente estamos tan mal en el resto? En detalle la Actividad Económica ocupa el segundo puesto; en el tercero Bienestar Socioeconómico, aunque muy por debajo del promedio nacional; para luego seguir con Salud, Seguridad, Sustentabilidad y Medioambiente y Conectividad.

Esto confirma que en Atacama el movimiento económico sigue mandando y que sustenta el desarrollo de las comunas, quedando de lado otras dimensiones muy importantes.Salud por ejemplo se ha convertido en un ítem que solamente muestra resultados negativos, a pesar que por ejemplo en infraestructura es mejor que otras regiones con hospitales más modernos, pero que terminan siendo insuficientes por la falta de especialistas.

De todas formas, parece un proceso propio de las regiones del norte. El estudio indica que la pandemia estancó el desarrollo y en las mediciones anteriores emergían con fuerza tres focos: en el norte, en el centro y en el extremo sur. Sin embargo, en 2023 el norte perdió fuerza.

Las elecciones municipales 2024 serán en dos meses, y ya hay ambiente electoral. Lamentablemente para Copiapó, en esta elección nuevamente competirán las dos figuras que llevan cerca de 30 años controlando el municipio de la capital regional.

Ambas figuras provienen del mismo mundo político de izquierda (es más militaron en el mismo partido y ahora ambos son no militantes) y no obstante algunas diferencias cosméticas que sus partidarios insisten en presentar como profundas y radicales, la verdad es que las personas que tienen entre 35 y 40 años no han visto cambios reales en Copiapó en estas décadas. Más preocupante, aumenta la población y aumentan los recursos (pensemos en el nuevo royalty), pero pareciera que la calidad de vida no mejora. Por el contrario, muchos vecinos perciben que ha empeorado y que Copiapó se queda atrás en comparación con otras comunas.

¿Y si comparamos Copiapó con las otras capitales regionales del norte de Chile? ¿Estamos mejor que hace 30 años? ¿Tiene la municipalidad una mejor situación financiera que hace 30 años? ¿Es más bonita y segura la comuna? ¿Se justifica el aumento sostenido de contrataciones en la municipalidad? La lista podría seguir largamente.

Es muy fácil culpar a otros de los problemas, y eso es lo que ha hecho la derecha local por años. Pero no podemos seguir engañándonos: ella tiene responsabilidad en esta lamentable situación. No se trata sólo de reconocer que no ha defendido ideas y un proyecto comunal real, y que ha fallado en su rol de fiscalización en el concejo municipal. Además, en más de una ocasión, abierta o solapadamente ha apoyado a un ex militante de partido de izquierda como candidato para que otro candidato militante no gane la elección. Por suerte los tiempos muestran signos de cambios para quienes se identifican con la derecha, y hay nuevas y mejores opciones dentro de las cuales elegir.

En octubre, existe la oportunidad de romper este verdadero círculo vicioso, eligiendo a un alcalde que no sea parte de esta danza de 30 años, y concejales dispuestos a fiscalizar y no a concurrir con sus votos ante cada ocurrencia del alcalde de turno. Si queremos cambiar las cosas no podemos seguir haciendo (en este caso, votando) lo mismo nuevamente.