En Psicología se dice que cuando una persona no quiere hacer algo, pone todas las trabas para no concretarlo y que igualmente lo hará pero sin el resultado óptimo. A "regañadientes" es la palabra que puede ejemplificar de buena forma esta acción.
Para miles en Atacama y millones en Chile, el ir a votar genera una sensación parecida a propósito del disgusto con los políticos y es por ello que con el voto voluntario, las cifras de participación son tan bajas.
Lo es más cuando en la papeleta ni siquiera se sabe por qué votar o por quién votar. Alcaldes, concejales, gobernadores y consejeros regionales serán elegidos, algo que no causa mucha gracia dado las enormes papeletas y el no saber si realmente se está entregando el sufragio a una opción que valga.
Si a eso le agregamos, que los mismos políticos han provocado un gran enredo de cara a los próximos comicios, el cóctel puede ser muy perjudicial.
Que será en dos días, que el voto obligatorio no tendrá multas, que pueden votar o no los extranjeros, han aparecido en la discusión que sigue latente y que a esta altura debiera quedar zanjada, tomando en cuenta que quedan poco más de tres meses para el proceso eleccionario.
Hoy se puede anticipar que miles o millones estarán confudidos el fin de semana de elecciones, ya sea con los nombres en la papeleta, en cómo doblar la papeleta y en si -en caso de no votar- se aplicarán las multas correspondientes.
Lamentablemente ese fin de semana, es probable que llame más la atención lo que pase alrededor de las urnas y no lo que hay al interior de estas. Hoy uno de los grandes valores que tiene el país son sus procesos eleccionarios y todos debemos velar para que aquello se mantenga. Lo que ocurre actualmente es un perjuicio para esto.