Camila Gómez, mamá de Tomás Ross, el niño de 5 años que requiere un medicamento de 3.500 millones de pesos distrofia muscular de Duche lleva un par de semanas caminando para llegar a La Moneda y su travesía dio resultado. No precisamente con el apoyo de estatal, sino que de miles o millones de personas que depositaron dinero que en total es más de 3 mil millones de pesos a la fecha, es decir cerca del 85% de la meta ha sido alcanzada.
Lo vivido es la fiel muestra del poder de las personas, por sobre el aparataje estatal y privado. Movidas por la pena, las solidaridad o la rabia, atacameños y chilenos estuvieron dispuestos a donar pese al complicado momento económico y, tal cual ha pasado con la Teletón, se podría decir que cumplieron de forma fenomenal.
Se ha logrado en medio de una discusión moral, de salubridad y judicial, que es muy interesante. Se ha culpado al Estado de que no da acceso al medicamento, pero desde las altas esferas del mundo público se rebate que gastar esa cantidad de plata en una persona sería irresponsable, cuando con los mismos montos millones se podrían ver beneficiados. Moralmente es reprochable, pero ciertamente que a nivel de salud es básico lo que se plantea y se prioriza lo grupal por sobre lo individual.
Pero es acá donde entra la parte judicial. ¿Si la familia presentaba un recurso de protección en tribunales qué pasaba? Fallos pueden sentar precedentes y es lo que ha pasado con otros casos, donde con el argumento del derecho a la vida, se ha obligado al Estado a pagar el costo de medicamentos muy costosos.
Como sea, la gente ha demostrado que es el motor solidario y económico del país, dado que no solamente es fuerte en este aspecto sino que en ser los que paran la economía con, por ejemplo, los montos de las cotizaciones previsionales con los que invierten las AFPs.