"Nadie puede sopesar el dolor, no se puede expresar en números"
El escritor y excanciller Roberto Ampuero publicó la novela "Nunca volveré a Berlín", sobre el exjerarca de la Alemania comunista Erich Honecker, durante sus últimos días en Chile.
La Reina es una comuna ubicada en la precordillera de Santiago, actualmente con patios nevados y grandes árboles que albergan principalmente a familias con niños o ancianos. Una zona tranquila para crecer o para terminar los días, como cuando en 1993 el exlíder de la Alemania comunista, Erich Honecker, llegó a vivir a un condominio que aún existe, historia que, en clave novela, cuenta el escritor y exministro de Relaciones Exteriores, Roberto Ampuero, en "Nunca volveré a Berlín", libro que lo tiene de gira por Chile y otros países de la región.
"Esto no es una novela sobre Honecker, gira en torno a Honecker", aclara el también autor de la saga protagonizada por el detective Cayetano Brulé respecto de su relato coral sobre el jerarca europeo, donde las "voces que aparecen son las que enfrentan al poder, porque él es el poder y si era una novela donde solo hable él, el victimario, es complejo porque se termina prácticamente convirtiendo en una novela celebratoria. Ahí surgió con mucha fuerza (el personaje de) Valentina, alemana igual que Honecker, a quien le arruinaron la vida dos veces: se había enamorado de (un chileno) Patricio (que luego pasa al lado occidental, aunque sin ella), pero luego rehízo su vida, estaba feliz en lo que hacía, con una hija, y de pronto sufre lo que sufre. La conciencia de Honecker fue muy difícil explorarla porque él (en la vida real) nunca se arrepintió de nada, e imagino que más de alguna vez tiene que haberse preguntado cosas, como todo el que aquel que está cerca de su fin y lo sabe".
-¿Por qué cree que Honecker despierta tanto interés en Chile, que en los 90 albergó a dos exlíderes autoritarios?
-Fue una sorpresa para mí que el libro haya agotado su primera edición, que sí había interés, cuando inicialmente pensé que a lo mejor el tema era interesante para mí porque viví detrás del Muro (experiencia reflejada en la novela del mismo nombre), me tocó ir a reportear, escribir sobre la caída del Muro, vivía entonces en Alemania Occidental, y porque tenía la experiencia de haber vivido detrás del muro la agencia de noticias italiana donde trabajaba me dijo "tú eres la persona indicada porque sabes alemán, porque conociste eso", así que tuve el privilegio y la suerte de ser enviado a cubrir una fecha histórica para Europa y el mundo, porque ahí se acaba la Guerra Fría, entonces presencié todo lo que detrás del Muro parecía eterno, que nunca se iba a acabar, donde parecía que tenía que haber una guerra entre Estados Unidos con la OTAN y el Pacto de Varsovia para que se viniera abajo y, de pronto, se desplomó ante mis ojos: fue notable porque fue una acción completamente pacífica, nunca se arrojó ni una sola piedra, nunca se quebró ni una sola vitrina, nunca se quemó ni un solo auto en Alemania Oriental, se vino abajo simplemente por la resistencia pacífica de la gente que pidió libertad, democracia y elecciones, junto al manejo también, habría que decirlo, muy sabio de los países europeos junto a EE.UU., que no intervinieron. Luego está cómo todo esto, parte de la historia mundial, de pronto se traslada a Chile.
-A una comuna chica.
-Imagínese a la figura de Honecker, el último dictador de la Alemania comunista, icónico porque construyó el Muro, llegó a Chile como un mensaje de la historia a un país que estaba recién reconstruyendo su democracia, en enero de 1993, y falleció en mayo de 1994, o sea, hace 30 años en esta fecha estaba muriendo, pero con su presencia es que la historia lanza como una flecha diciendo "ustedes también son parte de esto". Creo que tanto en sectores de izquierda como derecha ha despertado mucho interés eso.
Valentina y Patricio, la pareja que gira en torno a la nueva vida del exjerarca "ya no son jóvenes porque han pasado muchos años, fueron pololos en Alemania Oriental", cuenta Ampuero con ternura. Él "hablaba bien alemán, por lo que le piden que sea traductor" de Honecker en Chile, pese a que antes con Valentina "pensaron en casarse e irse. A él lo dejaron irse, a ella no, entonces se separaron y nunca más se vieron", hasta Santiago. Ella es periodista y quiere entrevistar al exlíder, cuando por los diarios descubre que Patricio está junto a él.
"Se encuentran y ya es un amor imposible, pero se encuentran ante el victimario, el que mató aquel amor con su muro, su política, su régimen y tienen que decidir qué hacer: '¿No nos vengamos, lo perdonamos, olvidamos? ¿Se puede seguir la vida así?'. Ese tema me interesaba", afirma el autor de "Nunca volveré a Berlín".
"Cosas así ocurrieron mucho, gente que se sintió muy traicionada, ya sabemos que en Alemania Oriental hubo miles de colaboradores informales, casos donde esposas informaban sobre sus maridos, padres sobre los hijos y viceversa, una cosa horrorosa que logra un sistema totalitario a través de las presiones que puede hacer porque controla todo, entonces son dramas terribles. Cuando uno analiza una dictadura siempre se queda con la cifra, es decir, cuántos detenidos, torturados, asesinados, desaparecidos, pero lo que nadie puede sopesar es el dolor, porque solo el dolor no se puede expresar en números, kilos, gramos, en nada: para cada uno el dolor es EL dolor, terrible, profundo y único: eso me interesaba explorar", dice Ampuero.
-También usted fue canciller, y la mayoría de los escritores comparte el dolor de tener que separarse del escritorio para trabajar en algo que les permita vivir.
-El político está para dar respuestas, para mostrar caminos, y trabaja con cosas muy concretas, muy de datos: ese es el camino, el político responsable. El novelista o literato, el escritor, el artista, no está para dar respuestas, lo que hace es generar preguntas que llevan a que él mismo y los lectores, en este caso, piensen y lleguen a sus propias conclusiones. (…) Si usted empieza como novelista a dar soluciones termina siendo la peor criatura. (…) Cuando me entrevista como novelista, yo soy responsable absolutamente por todo lo que escribo, lo que digo, lo que no digo y mis errores, en todo momento le estoy hablando como Roberto. Como canciller, usted tiene acá a Chile, se está hablando en nombre de Chile y eso es otra cosa, entonces se tiene que ser muy cuidadoso y pensar diez mil veces antes lo que se va a decir porque tiene consecuencias; entonces son dos cosas muy distintas, ese paso no es fácil ni de ida ni de vuelta.
Ampuero dice que Honecker "llegó a Chile como un mensaje de la historia a un país que estaba reconstruyendo su democracia".