Pluralidad de pensamiento político, social, cultural, además de creencias ideológicas y religiosas, entre otras, conviven en los Jamboree Scout a nivel mundial, cada cuatro años.

En Corea del Sur, el 2023, se efectuó este encuentro mundial con más de 50 mil jóvenes de 170 países, entre ellos Chile, siendo la Región de Atacama representada por su delegación de 11 scouts, 4 IST y 5 dirigentes. Lo pertinente de destacar, es que los participantes provenían de realidades marcadas por un sinnúmero de contrastes.

¿Hubo conflictos, disputas, guerras? No. Nadie se sacó los ojos, pero, ¿cómo es posible que, ante tantas diferencias de liderazgo, de ideales, no se haya generado ningún altercado como aquellos que acontecen en el ámbito político?

Quiero apropiarme de una analogía que hizo mi hijo, - integrante del equipo internacional de servicio (IST) Jamboree Korea 2023-, que me pareció muy interesante. Un Jamboree Scout podría asemejarse a un pequeño país y su gobierno, guardando las proporciones. Existe un líder (quien sería el presidente) que trabaja con dirigentes (los ministros de estado) a cargo de los scouts (los habitantes) La gran diferencia se da en que mientras niñas y niños vestidos de exploradores dan cátedra de disciplina, compañerismo y trabajo por un bien común; algunos países y sus gobiernos, podrían estar empañando con su accionar el desarrollo y tranquilidad de sus comunidades.

Según la Ley Scout, existe responsabilidad con lo que se compromete y se es consecuente con lo que se piensa. Se busca dejar un mundo mejor y más perfecto. Mientras, en lo político, - que nace de ideales altruistas-, aparecen quienes están más atentos a criticar al adversario, sin argumentos válidos, en vez de trabajar de forma unida.

Si en un Jamboree pese a las diferencias su convivencia es amena y respetuosa, entonces es posible un país sin violencia. Según la misión del movimiento scout, es viable contribuir en transformaciones que logren la realización de las personas como individuos y jueguen un papel constructivo en la sociedad. ¡A tomar en cuenta!

Chile es un país que históricamente ha sido golpeado por catástrofes naturales de los más diversos orígenes. Terremotos, tsunamis, inundaciones, aluviones, sequías, nevazones, han provocado severos daños a la infraestructura y pérdidas de vidas humanas.

Hoy con consternación somos testigos de los efectos de los incendios forestales en la Región de Valparaíso, los que han consumido más de 100 mil hectáreas de bosques y lugares residenciales, sembrando el dolor para familias que lo perdieron todo y en algunos casos hasta sus seres queridos.

Las condiciones climáticas anunciaban un verano con altas temperaturas y con claro riesgo de incendios. Algo que finalmente ocurrió y que hoy vemos como los afectados tratan de levantarse desde los escombros que dejó el fuego que avanzó rápidamente sin dejar reacción a los pobladores que en un momento pensaron que la amenaza estaba muy lejos.

El calor y el viento conspiraron para una veloz propagación y los resultados están a la vista.

Ahora los esfuerzos están puestos en ayudar a los damnificados y seguir monitoreando rebrotes o nuevos focos que puedan ocurrir en esa y otras regiones del país.

Chile suele levantarse de este tipo de catástrofes, pero es bueno y sano preguntarse si se pudo hacer algo para mitigar el daño que hoy vemos. Ver si las alertas funcionaron en los tiempos requeridos, si se contaba con posibilidades de aumentar el personal y equipamiento de emergencia y el modo de distribuirlo.

No es una tarea fácil, pero todos los sistemas se pueden mejorar. Recogiendo la experiencia de lo acontecido y actualizando todos los dispositivos de alerta.

Los desastres naturales y las emergencias seguirán ocurriendo, pero hay que ser proactivos.

Como país debemos asumir una conducta preventiva. Lo debe hacer el gobierno central, los regionales, comunales y también las familias.

Es necesario ponernos en los distintos escenarios, aunque creamos que será difícil que ocurra. La prevención nunca estará de más.