"Anne Boyer es una de las mejores mentes de su generación"
El poeta Rodrigo Olavarría habla la autora de "Manual para un destino desencantado", la escritora ganadora del Pulitzer de No Ficción que él acaba de traducir, y en la que ella transita el dolor del cáncer y la decepción.
Cómo enfrentar un diagnóstico lapidario, caminar a través de él, de las mañanas en pasillos médicos, las comidas sin aliños, una atmósfera desalmada y los recuerdos como destellos para iluminarlo todo, tanto en el corazón como en lo social, es lo que propone la poeta y exeditora del mismo género en The New York Times Magazine, Anne Boyer, en "Manual para un destino desencantado", publicado en Chile por Editorial Roneo, con la traducción de Rodrigo Olavarría, quien ejecutó el mismo rol en "Zumbido", de Emily Dickinson, y "William S. Burroughs y el culto del rock 'n roll", de Casey Rae, entre otros títulos.
"Ser una enferma grave, incluso sin morir, suele significar someterse a una pobreza de puntos de vista, puedes ser: la víctima o la guerrera, la paciente dócil o la rebelde", afirma Boyer, porque en la sociedad occidental "se entiende que las mujeres que sobreviven al cáncer lo hacen por la fuerza de su carácter, sumisión a la medicina, o alguna fuerza edulcorada como 'actitud positiva'". Con esto, "se entiende que las que mueren lo hacen por débiles o, según una opinión desconcertante pero extendida, porque son mujeres que secretamente ansían la muerte o cuyo pensamiento atrae la enfermedad", sostiene la ganadora del prestigioso Premio Pulitzer de No Ficción, en 2020, por "Desmorir", un ensayo sobre cómo incide el capitalismo en la salud.
Reflexiones como estas se abrazan a otras propias de una persona que ha pasado buena parte de su vida frente a un teclado, como al describir el anhelo que en "la noche realiza una operación diferente: quieres lo que quieres, que no es para nada lo que quieres, sino un deseo formado por procesos, por haber tenido y ya no tener. Es como si, en asuntos de desamor, el mundo nocturno y el diurno ocurrieran en planetas diferentes", donde "la claridad y el ritmo ordinario del día son sospechosos para la persona de la noche".
Olavarría explica los alcances de este trabajo.
-¿Por qué publicar a Anne Boyer ahora en Chile?
-Es una de las mejores mentes de su generación, por parafrasear a Allen Ginsberg ("Aullido"), una gran poeta y también, curiosamente, una persona capaz de sintetizar política y estética de forma hermosa. Es capaz de unir sensibilidades de manera dulce, antirracismos, feminismos y políticas de base que me parece súper necesaria.
-¿Cómo llegaste a ella, una autora que no es parte de la gran industria?
-Conocí a Boyer por un amigo poeta, Carlos Soto Román, él me mostró unos poemas de ella durante el estallido social, mientras trabajábamos en un proyecto con otros poetas, el colectivo Frank Ocean (músico afroamericano que aboga por las disidencias sexuales), donde traducíamos a autores extranjeros y los adaptábamos a la realidad política chilena. Luego los diseñábamos como afiches para pegarlos en las calles. Existe esa posibilidad súper viva de ocupar los muros como forma de publicar, me interesa profundamente esa producción.
En ese contexto, Olavarría (autor de "Cuaderno esclavo") encontró el libro de Boyer "que traduje junto a otros poemas suyos. En ese momento todavía no aparecía 'Desmorir', salió un poco después. Sus derechos en español los tenía un editor en Argentina y ahí hice las gestiones" para la versión chilena, que en la contratapa pregunta "para un poeta, ¿es el cáncer de mama una enfermedad laboral?" y "¿podría un poeta en una tierra alienígena explicar cómo en esta tierra el cuerpo enfermo de un trabajador produce más ganancia que su cuerpo sano trabajando?".
-¿Qué piensas sobre mostrar explícitamente el dolor?
-Las artistas mujeres en los años 70 empezaron a ocupar su cuerpo como parte de su obra, Hannah Wilke, por ejemplo, mostrando su deterioro causado por el cáncer, y ese trabajo es súper provocador, necesario. Encuentro que el registro y el habla desde el cuerpo enriquece la cultura, sobre todo en cuanto el cuerpo no está necesariamente estudiado o suficientemente escrito, y el cuerpo de las mujeres menos todavía.
-Los diarios de la enfermedad tienden a ser tristes, pero Boyer ofrece una mirada quizás punk sobre su cáncer.
-El otro día hablaba con Pabla San Martín, editora de "Los diarios del cáncer", de Audre Lorde, sobre cómo esta autora relata todas las veces que va quimioterapia, su tratamiento, el silencio y cómo le hicieron una mastectomía. Algo que también vivió (la filósofa) Susan Sontag ("La enfermedad y sus metáforas"), entonces hay una tradición importante de escritura de mujeres en relación a la enfermedad, y los cánceres de mamas y de útero, que en un momento eran algo muy silenciado, (…) entonces es fundamental que se lean estos libros. Por otro lado, también hay autores hombres que han tratado el tema del cáncer, por ejemplo, Anatole Broyard, que publicó "Ebrio de enfermedad", un libro que es una belleza. Y, al igual que Boyer, Lorde y Sontag, en la literatura hay mil ejemplos de cómo estar enfermos, cómo sobrevivir y cómo morir bien, también, porque ese es otro tema que puede estar en estos diarios.
-Después de haber traducido a Boyer, ¿cómo crees que se acepta el dolor? Porque ella no parte hablando como una persona enferma, sino decepcionada.
-Creo que la escritura está en el fondo de eso. La poesía, el hacer sentido de la realidad a través del pensamiento colectivo y poético, creo que por ahí va, y es algo que para mí tiene sentido.
-¿Y en tu poesía lo exploras?
-Claro que sí. La poesía para mí es un estudio personal, la escritura es un pensar, una forma de ir indagando, cuestionando cada idea que creo que está asentada en mí, poniéndola a prueba en la escritura, dudando y escribiendo, puliendo, en un proceso que tampoco tiene fin. Tampoco hay una definición, no es que busque llegar a una respuesta. Pienso que el punto está en la búsqueda, totalmente, en lo que ocurre entre el lápiz y el papel, o entre los dedos y el teclado.
-También tradujiste a Emily Dickinson, cuyos poemas, así como hablan de las abejas y las flores, tienen pasajes bastante oscuros con la muerte.
-Dickinson pienso que tiene mucho que ver con Anne Boyer en la forma en que se cuidan del mundo, en sus relaciones tentativas con la sociedad, cuidadosas.
Según Rodrigo Olavarría, Boyer "Es capaz de unir sensibilidades de manera dulce".
"Manual para un destino desencantado"
Anne Boyer (trad. Rodrigo Olavarría)
Roneo
168 páginas
$13.990