Durante los últimos días, la difusión de la nueva propuesta de texto constitucional ha sido materia de debate, dado que desde sectores de la Derecha han pedido que el Gobierno apure con la entrega de los libros.
La petición tiene todo el mérito y el Ejecutivo debe hacerse cargo, con condiciones parecidas al anterior proceso. Si el año pasado fueron más de 800 mil, la cifra debería ser parecida por fair play o bien crear mecanismos que lo hagan más masiva. Ayer el Gobierno lanzó un código QR que no resuelve el tema, dado que -tal cual el primer plebiscito- hay sectores rurales que no tienen Internet o muy mala señal de Internet.
Pero atendiendo esto, la idea de que la lectura del texto sea el soporte del proceso eleccionario está bien lejos de la realidad... tal cual pasó con el texto emanado de la Convención.
Los problemas vinculados a la lectura de temas densos se ha transformado en algo crónico en la sociedad chilena, que convive mayormente con las pantallas en distintos grupos etarios. Unos más jóvenes con el Tik Tok y el Instagram y otros con la televisión.
El diagnóstico está hace años, pero nunca se resolvió y se está lejos de resolver. A los problemas de lectura especialmente en la juventud y que emanan de un mal aprendizaje, se suman otros factores. En 2011 un estudio realizado en el marco del Plan Nacional de Fomento de la Lectura Lee Chile Lee del Consejo de la Cultura, mostró que un 84% de los chilenos no comprendía adecuadamente lo que lee y hoy esas cifras seguramente son muy parecidas.
¿Cómo entonces una persona podría verse atraída por un texto con tantas palabras como fue el de la propuesta rechazada y la otra que se votará el 17 de diciembre? ¿cómo incentivar la lectura con temas tan técnicos que ni siquiera abogados se han puesto de acuerdo en las formas de interpretar?
En el anterior proceso, miles (o quizás millones) no leyeron el texto y muchos de ellos prefirieron votar Rechazo para no correr el riesgo de aprobar un "salto al vacío". Hoy pasa algo parecido, más si queda poco más de un mes para votar.
La sociedad de consumo, nos está pasando la cuenta para hacer un mejor país, que tuvo la oportunidad de tener una Constitución realizada democráticamente.