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Olvidos y desastres
En noviembre del 2022, cuando se cumplió un siglo de la tragedia más mortífera en la historia de Atacama (~700 fallecidos), varios empujamos para que la ocasión se convirtiera en una oportunidad para que la sociedad y los tomadores de decisiones conocieran la historia y magnitud del desastre, de manera de no solo educar, sino que mejorar los planes de respuesta a emergencias e incorporar aquello en la planificación urbana, entre otras múltiples aristas. A nivel regional, disgregadas e inconexas iniciativas surgieron, desde simulacros de tsunamis hasta ciclos de charlas, visitas guiadas, lanzamiento de un libro, entre otras y que, exceptuando el simulacro, contaron con escasa o nula participación de autoridades. Luego, los reflectores se apagaron.
Este año se cumplieron 8 años del 25M, fecha en que ocurrió el aluvión que afectó a todos los valles transversales de la región y que dejó cerca de 25 fallecidos y millonarias pérdidas económicas. Excluyendo una pequeña ceremonia en Chañaral, nuestras autoridades regionales no la conmemoraron, exceptuando un improvisado mensaje de un exconsejero regional. Para qué decir del sucedido en 2017, ni menos el de 1997.
Este olvido sistemático refleja la indiferencia de nuestros ilustres, la falta de visión a futuro, el foco en la reactividad y la distancia que mantienen con la historia; como botón de muestra el recién pasado "Día de Atacama" (26 de octubre), donde solo se hizo un video de escasa promoción y nulo impacto. Pero volviendo al tema, estas fechas deben ir más allá del conocimiento efemérico, son oportunidades para extraer lecciones, de educarnos, de ejecutar un diagnóstico respecto de nuestra realidad, del estado de preparación y que medidas se ejecutarán para evitar cuando un fenómeno geológico toque las múltiples vulnerabilidades que nuestras ciudades tienen.
Y es que no debemos olvidar donde habitamos, somos un país cuya geografía continúa forjándose por fenómenos geológicos y, si la amnesia geológica-histórica sigue, estos nos pasarán la cuenta cuando alguno vuelva a ocurrir. Hay un proverbio japonés que recita "un desastre natural siempre ocurre cuando el último se ha olvidado", espero sinceramente que las pasas comiencen a ser incluidas en la dieta de muchos.
Miguel Cáceres Munizaga, geólogo, Copiapó
9 noviembre de 1801
El 9 de noviembre de 1801, como a las 8 de la mañana, se aglomeraron, a pie y a caballo, a las puertas de la casa capitular, de la ciudad de San Francisco de la Selva de Copiapó, encabezados por el cacique Taquía de la etnia Diaguita, y el mandón Luis Normilla y "con aceleradas voces y gritos -dice la relación oficial del suceso- comenzaron a clamar: ¡¡queremos el agua y que toda baje de la hacienda de Potrero Grande o de lo contrario pegaremos fuego a las haciendas!" (Carlos María Sayago, Historia de Copiapó)
Que pudo haber sucedido en la ciudad de San Francisco de Copiapó de la Selva en una tórrida mañana de noviembre del año 1801, para que la comunidad originario Diaguita del Pueblo San Fernando se congregara en la casa del Cabildo (actual municipalidad), con el afán de rebelión si no cumplen sus legítimas peticiones, con relación al uso del agua.
La razón principal la falta de agua en el Río de Copiapó que secaba sus cultivos y mataba sus animales y no sólo de su comunidad, sino de toda la Villa de San Francisco de Copiapó.
Este reclamo era el punto culminante de una lucha por liberar el agua del Río Copiapó de sus secuestradores que principalmente eran los grandes propietarios del Alto del Valle de Copiapó, situación muy similar a la que hoy se sigue viviendo. Esta lucha significó, que los Diaguitas dieran todos los pasos institucionales desde reclamos formales ante el Cabildo de la Villa, en distintas instancias, los cuales en su mayoría dieron razón legal a la Comunidad Diaguita del Pueblo de San Fernando.
Junto con estos reclamos ante el Cabildo de la época, se llevaron todos los antecedentes ante La Real Audiencia, máximo tribunal de Justicia durante La Colonia en Chile, lo cual generó un largo periodo de años de disputas legales ante la Real Audiencia, que finalmente entregó una vez más la razón a la Comunidad Diaguita del Pueblo de San Fernando.
Sin embargo, nunca las aguas se lograron liberar desde el Alto del Valle, a pesar de todas las resoluciones y fallos judiciales, jamás las aguas lograron correr por su cuenca adecuadamente y así satisfacer las necesidades de toda la población del Pueblo de San Fernando y de la Villa de San Francisco de Copiapó.
Por esta razón la Rebelión, los Diaguitas y los pobladores más vulnerables se rebelaron violentamente contra la autoridad el 9 de noviembre de 1801, poniendo en jaque a todas las autoridades y a los grandes hacendados hasta que devolvieran el agua a toda la comunidad. Por ellos se debe recordar y Conmemorar este hito significa una defensa histórica de los pueblos originarios han realizado por la defensa del Agua del Río Copiapó acompañados por toda la Comunidad que hoy reúne a la población de Tierra Amarilla y Copiapó.
Hoy, pensamos se debe mantener la defensa cívica de la pervivencia del Río Copiapó en toda su extensión, que nada , ni nadie lucre con ella y con toda la vida y progreso que genera, y porque además el rio Copiapó , como el rio Huasco, nos define como espacio geográfico y como comunidad constructora de Historia.
Guillermo Cortés Lutz, doctor en Historia y Francisco Berríos, profesor de Historia del Derecho
Desinformación digital
Señor director:
En la era de las redes sociales, la política y la tecnología están más entrelazadas que nunca. Pero esta conexión no siempre es positiva. Recientemente, un estudio que realizamos desde Fundación Multitudes, en conjunto con la organización internacional She Persisted, reveló cómo la desinformación y la violencia digital están afectando negativamente a quienes buscan desarrollar una carrera en esta área, lo que se convierte en una señal de alerta para Chile.
Este estudio, basado en experiencias en Perú, muestra que las mujeres políticas se enfrentan, sin mayores herramientas, a una avalancha de desinformación y ataques en línea. La desinformación de género, que se refiere a la difusión de información falsa o engañosa para socavar una posición, está socavando su capacidad para hacer su trabajo y debilita peligrosamente la igualdad de género en el proceso.
Paulina Ibarra, fundación Multitudes