Tu situación es rara y un tanto incómoda: todos parecen pedirte que tomes partido a propósito de acontecimientos que ocurrieron hace medio siglo, cuando tus padres eran unos niños. Supongo que eso te produce desconfianza y te hace ver nuestra historia como algo malo, que divide y enfrenta a las personas.
Sin embargo, no se puede renegar de la historia. Nosotros venimos de ella, aunque eso signifique cargar con muchos pesos ingratos. Con todo, una cosa es admitir la presencia de nuestro pasado, lo que incluye el conocerlo, y otra muy distinta es que te dejes atrapar por él.
Cuando veo a una buena parte de los chilenos divididos a propósito del pasado, se me viene a la mente el recuerdo de Benjamín Teplizky (1932-1997). Estoy seguro de que nunca has oído su nombre. Era un político chileno, del Partido Radical, pero no de esos famosos, sino alguien que siempre estuvo en la segunda o tercera fila. Formó parte del gobierno de la Unidad Popular y luego estuvo preso un tiempo en Isla Dawson, en el sur de Chile. Después se fue al exilio, a Italia.
¿Por qué lo menciono? Porque una vez me dijo algo muy sabio: "A nosotros nos hicieron ciertas cosas en represalia de lo que habíamos hecho en la UP. Y nosotros actuamos de cierta manera en nuestro gobierno en respuesta a lo que otros habían hecho antes, y así sucesivamente". Me miró a la cara con sus ojos penetrantes, y me dijo: "-Yo decidí interrumpir esa cadena interminable, decidí perdonar".
Él había decidido ser libre, no estaba dispuesto a dejarse apresar por una interminable cadena de odio y venganza. Esto le otorgaba una enorme ventaja en comparación con otras personas de su edad, de uno y otro lado del espectro político, que hasta ahora siguen atrapadas por la lógica amigo/enemigo.
El ejemplo de Teplizky me parece particularmente ilustrativo y me ha servido mucho a la hora de aproximarme a la política chilena. Pienso que también puede ser iluminador para ti.
¿Cuál es mi sugerencia? Fórmate tu opinión en todas estas materias, pero toma siempre dos precauciones. La primera consiste en estar siempre dispuesto a recibir nuevos antecedentes, a matizar tu juicio. Mi segunda propuesta es que por ningún motivo dejes que estos temas marquen tu vida, por dolorosos que sean y por muchas pasiones que despierten.
¿Son tuyas estas discusiones a propósito de los 50 años del 11 de septiembre de 1973? Sí, pero en el mismo sentido en que también lo son la Batalla de Lircay de 1830 o la Guerra Civil del año 1891. Pertenecen, ciertamente, a nuestra historia, pero estos acontecimientos del pasado no pueden servirte de excusa para desatender las delicadas cuestiones que afectan nuestra vida actual. Tendrás que responder por ellas ante tus hijos.
¿Qué se puede aprender de todos estos debates? Más allá del ruido que hacen, me parece que podemos sacar mucho de ellos. En primer lugar, que la vieja democracia liberal, con sus partidos, elecciones y constante disposición a negociar acuerdos, es más importante de lo que parece. Durante unos años, Chile se volvió loco, se pensó en que el país estaba dividido de manera irreconciliable entre burgueses y proletarios, derechas e izquierdas. En suma, parecía que alguien estaba de más. "Que se vayan y no vuelvan nunca más", cantaba Quilapayún respecto de los chilenos que no querían vivir bajo la UP. Años después un número aún mayor de chilenos abandonaba el país, sea por la fuerza o porque no había lugar para ellos. Todo esto era insano.
El valor de la vieja democracia nos lleva a renunciar a la idea de imponer a los demás un proyecto, por mucho que nos parezca atractivo. Mario Góngora (1915-1985), un gran historiador chileno, criticó fuertemente lo que él llamó las "planificaciones globales", primero la de Frei Montalva, luego la de Salvador Allende y, por último, la de Augusto Pinochet. Todas ellas tenían en común el ver al país como un material que hay que rehacer de acuerdo con el propio proyecto.
¿Qué lección podemos sacar? Que los cambios han de ser graduales y han de llevarse a cabo con respeto a la vida concreta de las personas, que no se deja reducir a abstracciones teóricas ni es simplemente un material que hay que transformar. Si no se hace así, todo sale mal.