La polémica que gira en torno a la embajadora de Reino Unido, Susana Herrera, por un proyecto de 5 millones de dólares de mercado de maderas en el sur de Chile, abrió otro flanco para el Gobierno respecto al uso de fondos y cargos de funcionarios del Estado.

La Cancillería frenó la iniciativa por no seguir los trámites regulares, mientras que las peticiones de renuncia de parte de conglomerados del oficialismo como el Partido Socialista (PS) se multiplicaron, mientras que desde la Federación Regionalista Verde Social (FRVS) han defendido sin autocrítica alguna a Herrera, exponiendo dentro de los argumentos que el rey Carlos III sugirió el proyecto.

Pero ni siquiera a nivel de entidades está validada esta iniciativa, dado que el Gobierno Regional del Biobío dijo que no hay un convenio y que no es más que una idea que se le planteó.

Pareciera que Herrera jugó a instancias propias y ciertamente se deben encontrar las responsabilidades políticas, administrativas y legales, aunque ciertamente que estamos ante una extraña forma de hacer diplomacia.

Los embajadores deben tener cuidado con sus acciones y no extralimitarse porque representan los intereses del país en las más altas esferas, por lo que la necesidad de hacer un convenio fuera de Chile y por un "consejo" no parecen justificar el actuar Herrera. Además la Cancillería aduce que no se siguieron los trámites regulares, lo que agrava el problema.

Y este caso nuevamente abre el debate acerca de la falta de funcionarios de carrera en las embajadas. El FRVS defendió la nominación de Herrera al decir que no solamente se necesitan "relaciones diplomáticas en los grandes salones", sino que embajadas que sirvan "al pueblo de Chile", según La Tercera.

¿Entonces los funcionarios de carrera no sirven al "pueblo de Chile"?

El Gobierno también tiene algo que decir, más si estamos hablando de una embajada con un país con el que históricamente se han tenido relaciones a alto nivel. Este episodio no tiene nada de diplomacia y es de esperar que no altere las relaciones, en un contexto donde incluso el rey Carlos III sale como parte de todo este proceso.

Amanda se encontraba muy nerviosa en el aeropuerto ya que este sería su primer viaje fuera de la ciudad y lejos de sus hijos por razones laborales durante 10 días. La mujer sentía gran culpa, una emoción dañina, especialmente porque en ningún momento supo resolver a tiempo la situación que la angustiaba.

Queridos amigos lectores, saber equilibrar la familia y el trabajo es usualmente una fuente de conflicto potente, tanto para madres y padres. La culpa que sienten es muy normal, puede provocar un gran dolor o ser el inicio de un cambio positivo, una oportunidad para desarrollar la tan necesaria empatía de la que todos hablamos y muchas veces no aplicamos. Los padres debemos intentar compartir las vivencias con nuestros hijos, pero no solo las buenas que es lo más natural, nos cuesta hablar de las complejas decisiones con nuestros descendientes y así es imposible recibir ayuda de parte de ellos. La culpa es considerada una emoción moral, que ayuda a regular las interacciones con otros y en especial con los que amamos. Es trascendente manejar esta emoción con serenidad, sin alejarnos de nuestros niños por la presión que sentimos, buscando instancias de conversación, regaloneo y comunicación afectiva.

Los papás podemos estar tranquilos, ya que los niños en general desean se les hable claramente, quieren entender el mundo adulto y descifrar lo que sucede a su alrededor. Seguramente si Amanda le hubiese explicado a sus hijos el motivo importante de su viaje, el compromiso con su trabajo y la necesidad de efectuarlo, estaría menos angustiada y confiada en la comprensión de ellos. Cuando los hijos sienten que se les respeta, se les comunica lo que sucede en un ambiente de estabilidad y felicidad, crecen con auto autoestima y dominio de su persona, estando siempre dispuestos a cooperar.

Amanda, nuestra amiga de la historia tenía que cumplir con su rol laboral, y seguramente debió darse el tiempo necesario para elegir cuidadosamente quien acompañaría a sus hijos durante su periodo de ausencia, elemento muy relevante en estas circunstancias, donde elegir una persona afectiva, comprensiva, madura y responsable reduce la presión asociada esta problemática.