Dos de "Los 33" hablan luego que Corte Suprema confirmó millonaria indemnización: uno se quiere comprar una casa
FECHA. Ya no están unidos pese a lograr hito en tribunales. El 5 de agosto se cumplieron 13 años desde que ocurrió el derrumbe en la mina San José.
El 5 de agosto del 2010 fue un día que pocos olvidarán en Atacama. Ese día fue cuando se supo del derrumbe al interior de la mina San José. El día que 33 almas quedaron encerradas bajo tierra y durante semanas nadie supo de su existencia. Fue un día que movilizó a un país entero, que terminó con uno de los rescates más impresionantes que ha visto el mundo y una hazaña de ingeniería minera.
Casi trece años después, el 27 de julio, la Corte Suprema confirmó un fallo en favor de los mineros en contra del Estado de Chile, en un dictamen que confirmó la sentencia que estableció la falta de servicio de la demandada, por haber incumplimiento del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) y la Dirección del Trabajo (DT) en el deber de fiscalizar las condiciones de seguridad y laborales de la faena de propiedad de la compañía minera San Esteban Primera.
Es casi contradictorio pensar que los 33 pusieron una demanda al mismo Estado que los salvó, pero ellos dicen que esperan que sea un precedente y advertencia, que sirva para que nunca más un minero tenga que exponer su vida en condiciones de trabajo inciertas.
Separados sin motivo
Tras cumplirse 13 años de la tragedia, algunos de los 33 aceptaron conversar con este medio. La mayoría se mantiene trabajando en el rubro de la minería, porque dicen que ser minero es algo que no se puede quitar. No se reunieron para el aniversario de la tragedia, y sin entrar en detalles, algunos lamentan que el grupo ya no está unido.
"Hace 13 años yo salí de mi casa como cualquier día y esa noche ya pensé que no iba a volver a ver nunca a mi familia", cuenta Luis Urzua, quien fuera en su momento señalado como uno de los líderes del grupo, junto a Mario Sepúlveda.
"Ahora, a 13 años de esa tragedia, puedo estar con mi familia, con quienes me quieren. Y eso es lo importante. Ninguna cantidad de plata en el mundo nos va a poder pagar lo que vivimos bajo tierra, por eso este fallo es importante, porque quiero que sea un precedente importante en la historia de la minería, que sirva para los sindicatos y trabajadores, para que nunca nadie más viva lo que vivimos", agrega.
Una opinión similar tiene Omar Reygada, otro de los mineros rescatados, quien cree que este fallo es más trascendente que el pago indemnizatorio del Estado. Él cree que es una forma para exigir que se cumpla la vigilancia de las normas de seguridad al interior de las faenas mineras.
"Inicialmente la demanda fue para marcar un precedente de que se puede demandar al estado cuando no cumplen su función, que fue lo que pasó ese día. Trabajamos en condiciones malas y quienes tenían que protegernos no lo hicieron", afirma Reygada, quien quiere comprarse una casa con lo que reciba.
Ambos coinciden en que esta es una fecha que no les gusta recordar, pues abre un episodio oscuro en sus memorias. Sin embargo, lamentan que ya no están unidos como antes. "Lamentablemente estamos divididos y no entiendo el por qué", cuenta Urzua, que dice que antes el grupo era más cercano.
El camino para llegar al fallo de la Corte Suprema, que confirmó el pago de $1.240 millones, no fue fácil, dicen. En el camino tuvieron que superar muchos problemas, desde volver a buscar una semblanza de normalidad, volver a trabajar en minas e incluso llorar el fallecimiento del abogado que llevaba la causa.
"Y ahora que estamos prontos a que sea el Día del minero, me gustaría que hubiese más conocimiento, más información sobre este fallo, especialmente de parte de los sindicatos y trabajadores. Porque esto no es algo solo para nosotros, es para todos los mineros, para que sepan que pueden trabajar seguros", dice Urzua, quien también reconoce lo extraño que se ve en que ellos demanden al Estado.
"Muchas personas nos cuestionaron por qué demandamos al Estado, que ellos nos habían salvado, pero la empresa que debía pagar fue condonada. Nosotros estamos por siempre agradecidos de las personas del gobierno de ese entonces, de la gente de Caldera, de su alcaldesa, de la gente de Copiapó y todos quienes fueron a ayudar afuera de la mina, pero no por eso vamos a ignorar lo que pasó", agrega.
Ahora, les dicen que pasarán meses antes de que les paguen, que es un proceso burocrático. Y mientras la mayoría de ellos siguen trabajando en minería, porque ser minero es para siempre, dicen.