Hace 50 años: la democracia en peligro
Enrique Brahm García
El empresario de origen judío Milan Platovsky recordaba en su libro autobiográfico Sobre vivir: memorias, que apenas se enteró del triunfo de Allende en las presidenciales de 1970 envió a su familia a Buenos Aires. Él se quedaría en Chile para tratar de salvar lo que pudiera. En su cabeza estaban vivos los recuerdos de su sobrevivencia al campo de exterminio de Auschwitz, y la vuelta a su Checoslovaquia natal, ahora tras la cortina de hierro y en la que se mantuvo un cierto pluralismo hasta 1948, momento en que los soviéticos impusieron su dominio totalitario con un régimen de partido único, el comunista. Luego vendría la huida y su llegada a nuestro país. Los fantasmas de esa época tan dura de su vida se le reaparecían ahora en Chile. Y razón tenía para preocuparse.
Ya en 1967, en su Congreso de Chillán, el partido del Presidente de la República (Socialista) había señalado en su voto político que "la violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Resulta necesariamente del carácter represivo y armado del Estado de clase. Constituye la única vía que conduce a la toma del poder político y económico y a su ulterior defensa y fortalecimiento. Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del Estado burgués puede consolidarse la revolución socialista".
El Mapu, otro de los partidos de la Unidad Popular, coalición con la que había llegado Allende al poder, afirmaba en un Manual de formación: "¿De qué manera el Gobierno Popular llega a constituir un Estado popular? En primer lugar, trabajando en la perspectiva de que todo el poder y no sólo una parte de él esté en manos del pueblo, lo cual significa resolver en favor de las fuerzas populares la situación contradictoria que hoy se da. En otras palabras, significa transformar la victoria de septiembre y la victoria de abril en poder popular, desplazando a los enemigos del pueblo del poder legislativo y judicial y aislando y derrotando en forma definitiva a los sectores fascistas que intentan operar al interior de las fuerzas armadas".
Más allá de la vía electoral por la cual Salvador Allende había llegado al poder, no podía caber duda respecto al uso que se haría del mismo: la transformación revolucionaria del sistema vigente para llegar a construir una sociedad socialista, de acuerdo a los modelos que se señalaban en forma explícita. Los paradigmas eran la Unión Soviética y Cuba.
En medio de la Guerra Fría el Chile de la Unidad Popular se identificaba con el bloque comunista; con países como la Checoslovaquia de Platowsky, donde los tanques soviéticos habían aplastado la primavera de Praga en 1968. Y esto se daba en un ambiente que estaba cargado - incluso más allá de la coalición de gobierno - por una ilusión revolucionaria que prometía un futuro esplendor. Ella se reflejaba muy bien, por ejemplo, en un editorial de la revista Mensaje, de la Compañía de Jesús, publicado en un número de 1962 dedicado al tema de la "Revolución en América Latina", donde se señalaba que al usar esa palabra - "revolución", en un sentido positivo - no se pensaba en cuartelazos y asonadas. "Casi sin querer pensamos en Rusia, en Cuba, en China".
El objetivo declarado del gobierno era alcanzar "la superación del capitalismo en Chile". En su mensaje presidencial de 1972 Allende afirmaba que su "misión histórica" era "demoler los pilares básicos que sostienen el régimen capitalista" y "construir los fundamentos del régimen socialista". Ya que no contaba con mayoría parlamentaria se recurriría a los "resquicios legales", vía por la cual se empezó a socializar el sistema económico a pasos agigantados. Con ello ya se coartaban una serie de libertades. Sin propiedad privada resulta casi imposible que las personas puedan vivir en libertad. El siguiente paso, en línea con los modelos antes mencionados, debía ser el terminar con las libertades políticas; en los "socialismos reales" no se toleraba el pluralismo. Una cosa era el que se hubiera utilizado la vía electoral para llegar al poder y otra muy distinta el uso que se iba a hacer de este una vez conquistado.
Los temores de Milan Platovsky parecían fundados.
*Universidad de los Andes