Hace unos años el parque Kaukari, el parque Schneider y la Alameda se convirtieron en factores de desarrollo y movilidad para Copiapó. Pero -como en todo orden de cosas- con el paso del tiempo, las ciudades tienen la necesidad imperiosa de avanzar en otros aspectos y de cuidar lo bueno que se ha logrado. En ese contexto, hoy la capital regional vive en una especie de estancamiento propiciado por fachadas de edificios y patrimoniales -como de la Casa de la Cultura- que están muy dañados; calzadas llenas de eventos y la aparición de la violencia en las ferias libres, donde ayer ocurrieron serios incidentes en el parque Schneider que se suma a otros hechos.
El parque El Pretil fue una pequeña "luz", pero hoy no parece ser el punto de reunión que se pretendía, mientras que la Plaza de Armas aguarda por un proyecto de remodelación, el cuál habrá que ver si resulta. La vida a altas horas se remite a pubs y discotecas en ciertos sectores (dentro de los cuáles hay un grupo que causa molestias a vecinos), mientras que la gastronomía nocturna se ha ido perdiendo con locales que han ido cerrando.
Es un presente poco grato para el sentido de ciudad que se debe tener. Un municipio ahogado por deudas y por la falta de agilidad en llevar adelante grandes proyectos, no es el mejor aliado.
En cierto sentido, el parque Kaukari y el parque Schneider maquillaron las falencias de la ciudad, pero éstas, con el paso del tiempo, finalmente terminan chocando de frente y mostrando una realidad que es lamentable.
Se necesitan nuevos bríos para la comuna y liderazgos nuevos. Pero ¿es posible con los problemas del día a día que viven las entidades públicas?