Agencias
El cantautor argentino León Gieco, de 72 años, estaba destinado a grabar el himno antibelicista "Sólo le pido a Dios", la canción más conocida de su carrera, que hoy suena en Ucrania y hace poco emocionó al papa; pero afirma que la registró "de casualidad".
Raúl Alberto Antonio Gieco, de nombre artístico León Gieco, es un referente de la música de su país. En sus 50 años de carrera ha unido a la perfección el folclore con el rock y por su frecuente combinación de guitarra y armónica se ganó el apodo global de "Dylan argentino".
En una entrevista telefónica con Efe, recuerda que, pese a que la canción tiene medio siglo, pues la compuso en 1977, "la letra es actual" y, como ejemplo, cita que hoy "la están cantando en idioma ruso" en la guerra de Ucrania que, dice, "hace dos años que no la pueden parar".
Recientemente emocionó al papa Francisco con su canción e hizo cantar a los asistentes de un congreso interreligioso en la Santa Sede. "Al papa le gusta esta canción desde 1982", recuerda el cantautor sobre la versión cantada con Mercedes Sosa, que se volvió un himno por la paz durante la guerra de Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña.
"El mundo está permanentemente en guerra", se lamenta, pero luego recuerda una anécdota sobre el disco "4° L.P." (1978), en el que el tema "Sólo le pido a Dios" pasó a la posteridad. "No iba a ser grabado", dice, "lo pusimos de casualidad".
Y llegó CHARLY
El inclasificable Charly García, otro grande del rock argentino, llegó al estudio y se quedó en silencio escuchándolo: "Qué increíble, otro bandoneón en el rock", aludiendo al que previamente había usado el grupo Almendra, de Luis Alberto Spinetta. Esa opinión sirvió para seguir adelante con la grabación.
La canción, que le pide a Dios, entre otras cosas, que la guerra "no le sea indiferente", se convirtió en la más célebre de su carrera, con infinidad de versiones grabadas y en casi todos los idiomas, que ha vendido millones de copias y ha sido interpretada por, entre otros, Bono, Joan Manuel Serrat, Joan Baez, Bruce Springsteen, David Byrne, Víctor Manuel y Ana Belén.
Derechos humanos
"Componer" es algo que le "sigue atrayendo" y "todas las noches" se sienta a tocar la guitarra y cantar canciones, al tiempo que se fascina con artistas que encuentra en YouTube y anota nombres para próximos discos.
Llegó a Buenos Aires (1969) desde su natal Santa Fe (1951), y su primer disco (1973), que incluyó el éxito "En el país de la libertad", fue el debut como productor de Gustavo Santaolalla, después ganador de dos Oscar por las bandas sonoras de "Secreto en la Montaña" y "Babel": "Tenía dos o tres canciones compuestas y Gustavo me dijo que si seguía escribiendo canciones como estas, se animaba a hacer la primera producción".
En su extensa discografía, siempre se ha caracterizado por componer temas para denunciar injusticias y con referencias a las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura argentina, que censuró sus canciones.
Precisamente, su disco "De Ushuaia a la Quiaca" (1985-1986) recibió un homenaje en Buenos Aires en mayo pasado como uno de los "discos esenciales de la democracia".
El músico dice que "pelea" para que "la democracia siga existiendo" en su país y Latinoamérica, pero le preocupa que "la gente no cree en los gobiernos que tiene por la corrupción y el desastre económico, y pide más gobiernos de derecha".
Clásico y comprometido
También comprometidas son las letras de su último disco, "El hombrecito del mar", lanzado a fines de 2022 tras una década sin canciones nuevas.
"Tiene el valor que va a quedar como un disco clásico, como todos mis discos", prevé Gieco, quien se dio "el lujo" de grabar con artistas que acompañan a compositores y músicos que admira.
"El hombrecito del mar", que contiene 13 canciones, ganó el premio Gardel 2023 al Mejor Álbum Canción de Autor, pero comenta que el sonido también debería haber sido premiado, porque "fue uno de los únicos discos" en Argentina que se grabó en estudios de varias ciudades del mundo "sin estar en contacto" en plena pandemia.
Uno de los temas nuevos, "Todo se quema", cuenta "lo que nos pasa eternamente" a los seres humanos, como inmigración, colonización, agroquímicos, pobreza. "Las canciones mías son atemporales", repite, porque "hablan de los problemas de siempre", y advierte de que, pese a que le "gusta hablar de la realidad", es "optimista".