Nuevamente la Región de Atacama presenta los resultados más bajos a nivel nacional en la medición Simce, transformándose en una tendencia que obliga a identificar qué está afectando la sala de clases que no permite avanzar en resultados.
En términos simples un mal Simce es un síntoma de un problema mucho más profundo pero que radica esencialmente en la falta de contenidos abordados por los estudiantes sin alcanzar los desempeños mínimos que se definen en cada asignatura y nivel.
En la actualidad, la educación pública constituye casi un 80% del total de la oferta educativa en la región, por ello identificar qué afecta a sus escuelas y liceos es esencial para encontrar mejoras.
Fortalecer la calidad de la estrategia didáctica de los docentes en lenguaje y matemática es indispensable, se evidencia falta entrenamiento, asistencia y un trabajo colectivo que les permita retroalimentar su desempeño.
Los elevados niveles de licencias médicas requieren de dispositivos efectivos de reemplazo que permitan proseguir estrictamente con lo planificado por mes de acuerdo al curriculum nacional.
Abordaje efectivo de la convivencia escolar para enfrentar en tiempo y forma las diferencias en la dinámica entre escolares, familias o funcionarios. Climas más adecuados son esenciales para mejores aprendizajes.
Exceso de autorizaciones docentes en las asignaturas base por falta de especialistas, este reemplazo no asegura el manejo disciplinar y pedagógico básico para el desarrollo de los contenidos.
Lo anterior, es resultado de una oferta de pedagogías no coherente con las necesidades más urgentes del sistema educativo. Una muestra de ello son el exceso de psicopedagogos que hoy, vía autorización docente, deben realizar clases para cubrir asignaturas.
Brechas preocupantes en los docentes ante la falta de innovación y aplicación de tecnología en sus asignaturas, sabiendo que existen programas y lenguajes para lograr clases más atractivas y motivadoras con estudiantes que son nativos digitales.
Ante estas y otras dificultades debemos asumir que estamos frente a un problema, aceptarlo nos pone nuevas prioridades y otro orden de necesidades con el propósito de reforzar una educación que es la principal herramienta para otorgar más y mejores oportunidades para niños, niñas y adolescentes.