En una entrevista el consejero constitucional Luis Silva - del Partido Republicano - calificó al dictador Augusto Pinochet como un "estadista" y en contexto de la conmemoración de los 50 años del golpe militar de 1973, estima necesaria "una lectura un poco más ponderada de su gobierno". Estas palabras encontraron eco, tanto en la cuenta pública del Presidente Gabriel Boric que expresó la existencia de un "porfiado negacionismo" en el país, así como de parlamentarios oficialistas que anunciaron el ingreso de un proyecto de ley que busca sancionar justamente el negacionismo.
Pero el camino de la legislación para poner freno a estos discursos no es nuevo, en 2020, el director para las Américas de Human Rights Watch de aquel entonces, José Miguel Vivanco, advirtió ante un proyecto que estaba avanzando en el Congreso que "Las expresiones ofensivas, por hirientes que resulten, deben ser contrarrestadas con argumentos, no con sanciones penales".
De hecho, en noviembre de ese año, el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional por nueve votos contra uno ese proyecto de ley que buscaba sancionar el negacionismo a partir de un requerimiento de parlamentarios de Chile Vamos. ¿El argumento? la vulneración de la libertad de expresión.
Incluso el buscar freno por la vía legislativa puede ser contraproducente y hacer que los discursos expresados por quienes sean eventualmente sancionados con la iniciativa - de ser aprobada - tengan más cabida y atención al transformarse ellos en "víctimas". Porque si, la libertad de expresión es importante, pero lo es más aún la dignidad de las víctimas de violaciones a los derechos humanos y sus familias, y en una democracia sana, el negacionismo es excluido per sé.
Pero ya que no estamos como país dentro de una democracia sana - pues aún está la herida abierta - esto se puede resolver mediante la vía de la educación y la promoción de la memoria histórica dentro de los programas curriculares. Material disponible hay de sobra, comisiones de verdad y justicia, informes, archivos desclasificados, etc. Se hace necesario educar respecto de este episodio histórico incluso aumentando las horas de historia - y no disminuyendolas como lo han hechos los últimos gobiernos - para generar en un futuro conciencia sobre lo importante que es la defensa de los derechos humanos, y así tener de manera implicita un mínimo de garantías de no repetición, pero eso el tiempo lo dirá.