El lado B de la pandemia: brechas de género en la educación
Durante las últimas semanas, se han publicado diversas noticias sobre la obligatoriedad de la asistencia presencial a clases para este nuevo año y el balance en relación a esta durante 2021. Sin lugar a dudas, son cifras que preocupan y que hay que tomar en cuenta para este nuevo ciclo político. Sin embargo, las alertas que estas levantan resultarán infructuosas si en la revisión, tanto de sus causas como de sus efectos, no se contempla una mirada de género.
Desde Fundación Niñas Valientes hemos visto durante toda la pandemia, el impacto que esta ha tenido en las mujeres, agudizando y profundizando las desigualdades, aumentando las violencias y llegando incluso a plantearse un retroceso de 20 años en relación a las brechas de género en la participación laboral. Es urgente que tanto en el análisis de las causas como en la propuesta de políticas públicas para poder mitigar estos impactos, consideremos la perspectiva de género como un pilar fundamental.
Como es de público conocimiento, en estos 2 años de pandemia ha aumentado la violencia doméstica y además han sido las mujeres quienes se han llevado la mayor carga de las clases remotas de los colegios. Esto, sumado a la enorme desigualdad en las labores domésticas y de cuidado, han contribuido a la lamentable deserción escolar de muchas niñas en el mundo. Hoy, múltiples organismos internacionales han planteado que existe la posibilidad de que más de 11 millones de niñas no vuelvan al colegio tras la crisis sanitaria, y se habla de una brecha de un 30% en el tiempo dedicado a las tareas del hogar entre niñas y niños en nuestro país, cifra que asciende a un 50% durante la adolescencia. El alza de la deserción escolar de niñas implica, según Unicef, un corte en sus experiencias de socialización, espacios de intimidad y afectividad, y tiene efectos perjudiciales en su salud física y mental, además de limitar sus posibilidades de desarrollo.
Como Fundación, hacemos un llamado en este nuevo ciclo político, en el que las consecuencias invisibles de la pandemia en la niñez se están haciendo notar, a que no perdamos de vista la perspectiva de género cuando miramos estas consecuencias y proponemos formas de abordarlas. Nuestra invitación es a poner en el centro la importancia de avanzar hacia una educación con equidad de género, para que niñas, niñes y niños tengan los mismos derechos y oportunidades de formación y desarrollo.
Solo así podremos hacernos cargo de manera estructural de las desigualdades de género que la emergencia sanitaria agudizó, y que actualmente vemos en una diversidad de ámbitos como la violencia intrafamiliar, la salud mental, las trayectorias educativas, las oportunidades y condiciones laborales, donde las niñas y mujeres son, una vez más, las más afectadas.
Emilia Vergara, directora Ejecutiva Niñas Valientes y Carla Ljubetic, directora General Niñas Valientes
Lecciones que nos deja el 2021
Por segundo año consecutivo cerramos un periodo complejo, lleno de valiosas lecciones y aprendizajes que nos ha dejado la pandemia. Sin duda, el sector laboral tuvo un tinte agridulce, por un lado la tasa de desocupación nacional bajó de 10,3% a inicios del 2021 a un 8,1% en noviembre. A mediados de año se empezaron a ver los primeros signos de recuperación, donde las empresas tuvieron un auge en las ofertas laborales, pero no se alcanzaba a cubrir por falta de postulantes.
Una valiosa primera lección. La baja de postulaciones obligó a las organizaciones a reflexionar sobre qué es lo que los postulantes buscan y cuáles son las formas más efectivas de atraer a los mejores talentos, desde cosas tan simples como crear avisos de empleo más atractivos y transparentes, que incluyan detalles del cargo que se desempeñará, beneficios asociados a estos y especifique el salario ofrecido, información clara. Además de plantearse si las condiciones del cargo y de la empresa son realmente atractivas para lograr encantar a ese candidato ideal. A su vez, nos dimos cuenta que un contrato de trabajo o el prestigio de una organización ya no son los principales motivadores para que una persona elija trabajar de forma dependiente y no independiente.
Segunda lección. Los colaboradores, la columna vertebral de una empresa, han dejado claro que el mundo laboral cambió. Más allá de una retribución económica, el salario emocional es ahora un elemento clave. Mayor flexibilidad de horarios, liderazgo de proyectos, capacitaciones, reconocimiento, beneficios, trabajar por un propósitos y oportunidades de desarrollo son las principales necesidades. Por lo tanto, las compañías deben escuchar estos requerimientos para alinearse a las nuevas tendencias en un mercado donde los postulantes y trabajadores tienen cada día más poder de negociación. A propósito del cambio de paradigma, el teletrabajo fomentó la búsqueda de la eficiencia y agilidad en los equipos de trabajo. Las jefaturas tuvieron que buscar formas distintas de comunicarse, liderar y motivar a su personal, lo que llevó a reestructurar las jerarquías y pensar en un flujo más horizontal, donde la ejecución de proyectos y labores sea más funcional e idónea.
María Jesús García-Huidobro, gerente de marketing de Laborum
La rebelión de la realidad
Señor director
Un lamento común ha surgido en la cabeza de muchos. El presente ha desolado nuestra visión de país, nos ha marcado el asesinato semanal de Carabineros, una crisis institucional que se prolongada y la falta de soluciones claras a un devastador momento que nos aqueja.
Lo que hoy vivimos no es solo consecuencia del Estado, ni mucho menos se reduce a las decisiones de quienes nos han gobernado, sino que traduce años de ausencia del sentido común y la sensatez, el espíritu que guió a Chile por casi 30 años y le permitió avanzar con hasta el último de sus habitantes.
A pesar de tal presente, hoy flota, como el polen en primavera, nuevamente la convicción de abrazar la unidad. Anónimos, indignados y comprometidos nos hemos levantado hacia las comisarías, iglesias y espacios emblemáticos a decir basta. Iniciamos una nueva rebelión, una de realidad y guiada por nuestra conciencia. Un grito que no puede ser callado ni olvidado: recuperar la paz y seguridad, hacer propia la misión de una sociedad fraterna y alcanzar nuevamente un país donde cada uno de sus rincones sea sinónimo de seguridad para quien lo recorra.
Luis Gallardo Villalobos