En el 2020 un indicó que 78% quería una nueva constitución y un 79% quería que fuera escrita por un órgano completamente electo. 37 de los 155 electos para escribir el borrador eran independientes sin ninguna militancia política. Los resultados indicaban que la mayoría quería un proceso completamente democrático con personas fuera de la política tradicional, al menos hasta ese momento. Sin embargo, y si le creemos a las encuestas, según Cadem, para fines de diciembre aún casi el 70% consideraba necesaria una nueva Constitución, y en la última semana de enero, según Pulso Ciudadano, sólo el 26% no estaba de acuerdo con cambiar la Constitución.
Finalmente, un 62% votó por rechazar la propuesta de nueva Constitución. Los motivos pueden ser muchos, pero hay un consenso casi universal en que el comportamiento de algunos convencionales tuvo mucho que ver en el resultado. Dado esto, las fuerzas políticas se autoconvencieron de que en el nuevo proceso debían participar expertos para evitar un nuevo fracaso. Con increíble publicidad se anunciaba que la mayoría de la ciudadanía prefería una convención mixta entre electos y expertos (un 59% según Cadem). Pero al mismo tiempo, según Pulso Ciudadano, solo el 23% quería un Comité de Expertos designado por el Congreso y el 12% tenía una buena evaluación de los partidos políticos en el acuerdo constitucional. Las personas querían expertos, pero no nombrados por parlamentarios.
Esta semana, el Congreso designó a sus 24 expertos en cuotas sin preguntarle su opinión a nadie, donde finalmente, y como era de esperarse, cada partido eligió a los suyos: Expertos, pero que piensen como yo. Las fuerzas políticas están tentando al destino a un nuevo fracaso si no escuchan a la ciudadanía. Hasta ahora solo han logrado que el desprestigio del Congreso se traspase al nuevo Comité de Expertos. Según Pulso Ciudadano, luego de conocidos los nombres los 24 expertos, el 54,8% indica que no tiene confianza en el nuevo proceso constituyente, y este aún ni comienza.
No debemos olvidar que tenemos complejo en escenario económico por delante, y si le sumamos un nuevo fracaso del proceso constituyente, se puede generar un descontento social difícil de contener y un quiebre final entre ciudadanía y política.
Felipe Salce Díaz
M.A. in Economics, Sub Director y Académico del Dpto. de Ingeniería Comercial, UDA.