El Gobierno peruano declaró ayer el estado de emergencia en todo el país por 30 días, lo que implica la suspensión de los derechos de reunión, inviolabilidad del domicilio y libertad de tránsito, entre otros, mientras evalúa la posibilidad de declarar un toque de queda.
"Se ha aprobado declarar el estado de emergencia a todo el país, debido a los hechos vandálicos y violentos, toma de carreteras y caminos que ya son actos que se están estabilizando y que están siendo controlados por la Policía Nacional y por Fuerzas Armadas", dijo el ministro de Defensa, Alberto Otárola.
El Gobierno decretó esta medida tras las manifestaciones y disturbios en los últimos días en diversos puntos del país en los que se han confirmado ocho víctimas mortales de protestantes y más de 200 policías heridos.
"Se requiere una respuesta contundente y la autoridad de parte del Gobierno", dijo el ministro en el patio del Palacio de Gobierno y explicó que en unas horas se oficializaría en una edición especial del diario oficial El Peruano la norma por la que se decreta por 30 días el estado de emergencia a nivel nacional, lo que significa que la Policía Nacional de Perú mantiene el control del orden interno con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
"Quiero recordar que la declaratoria del estado de emergencia nacional significa la suspensión de los derechos de reunión, de inviolabilidad de domicilio, la libertad de tránsito, la libertad de reunión", indicó Otárola y señaló que esta medida fue motivada "para que la ciudadanía pueda tener la seguridad y la certeza de que estamos controlando el orden interno y luego vamos a asegurar el libre tránsito y la paz para todos los ciudadanos".
También es necesario proteger las infraestructuras estratégicas para asegurar el bienestar y paz de los ciudadanos.
Sobre un toque de queda, aunque existe la posibilidad, tienen que definir el marco legal de la norma, explicó.
Llamado a la calma
Las protestas producidas en los últimos días sobre todo en el sur del país piden la convocatoria de una asamblea constituyente, el adelanto de elecciones, el cierre del Congreso, la dimisión de la presidenta Dina Boluarte y la liberación del exmandatario Pedro Castillo, detenido desde hace ocho días tras el autogolpe de estado fallido.
Este lunes, manifestantes invadieron el aeropuerto de la segunda ciudad del país, Arequipa, y una central láctea. Este martes, protestantes tomaron una planta de gas en el departamento de Cuzco y se han sucedido numerosos cortes de carreteras, saqueos de comercios o incendios a instituciones públicas en diversos puntos del país.
"En otras oportunidades, en las protestas, siempre la Policía ha acompañado (a los manifestantes), pero ahora está siendo agredida, más de 200 policías agredidos", dijo ayer Boluarte y nuevamente llamó a la calma, pues aseguró que el Ejecutivo quiere generar un diálogo con la población, porque conoce que "las necesidades de nuestra querida patria" actualmente "están sin atenderse".
Remarcó que la salida para la crisis política actual "es el diálogo, conversar a través de la palabra, de la tranquilidad, de generar paz".
"Estamos cansados de no vivir tranquilos y en paz", concluyó Boluarte, antes de continuar con la sesión del Consejo de Seguridad.
Rechazo a la izquierda
A la misma hora, más de un centenar de parlamentarios de América y Europa, entre ellos los de la bancada del Partido Republicano chileno, denunciaron en una declaración conjunta la "injerencia" izquierdista de los Gobiernos de México, Argentina, Colombia y Bolivia en los asuntos públicos del Perú por pedir la liberación del expresidente "golpista" de ese país Pedro Castillo.
En el documento, suscrito a través del Foro Madrid, los parlamentarios se refieren al comunicado de esos cuatro países publicado el 12 de diciembre, en el que siguen considerando a Castillo jefe del Estado y "víctima de un antidemocrático hostigamiento".
Según informa Foro Madrid en su web, los diputados y senadores de 16 países de los dos continentes rechazan "tajantemente" el reciente "golpe de Estado" perpetrado por Castillo el pasado 7 de diciembre, pues ordenó "inconstitucionalmente" el cierre del Congreso y la reorganización del sistema de Justicia.
"Su único objetivo -según los firmantes- era evadir a la Justicia y no responder ante las múltiples denuncias e investigaciones por corrupción en las que el golpista está involucrado".