Si ya hemos dado curso a diversos planes de estudios básicos, medios y superiores, ¿por qué hablamos de asignaturas pendientes? Y, ¿de qué asignaturas se trata?
La verdad, la verdad, son varias. Son asignaturas de la vida, aquellas cursadas y no cursadas en la vida familiar, social, comunitaria. Me refiero a virtudes, valores, actitudes, comportamientos, conductas, prácticas, también rozadas por los sentimientos. No son dominios, no son conocimientos, tampoco procedimientos, paso a paso, son prácticas.
¿Las asignaturas hay que cursarlas? No, hay que practicarlas, y no hay certificación de término, de dominio, de conclusión, pues nunca se acaba de ensayarlas, hay que evidenciarlas a lo largo y ancho de nuestras vidas. Y, como todo en la vida, se acierta y se yerra. Sin embargo, si hemos cometido un error, se ha de advertir, primero, reflexivamente, y luego debemos participar en la corrección, perseverar en la práctica perfeccionada una vez, varias veces.
¿A qué asignaturas me refiero? Menciono esta vez algunas, hay otras. La responsabilidad, la generosidad, el respeto, la sinceridad, la lealtad, la sobriedad, la paciencia, la comprensión, la prudencia, la humildad, el orden, la sociabilidad, la amistad. Tienen la apariencia de ser una colección de palabras, de sustantivos buenos, o de frases buenas. Son más que eso, mucho más. Estas y otras son la columna vertebral de la vida de las personas, de su ser y estar en la comunidad de personas que conforman, conformamos. Lo reitero, son asignaturas sin cuadernos, sin campana, sin pizarrón, sin profesor, son muchos los profesores, y esta escuela funciona 24/7 y los 365 días del año, ese es el ideal; no hay momento ni día en que dejen de cultivarse.
¿Imaginan cuántos cambios obrarían de seguir estos cursos al pie de la letra o de los gestos? Porque no solo de comunicación verbal se trata, de palabras más o menos, quizás expresadas individualmente, cara a cara, o de manera grupal. La comunicación no verbal también es decidora en la educación y el afianzamiento de estas virtudes humanas o personales. Quien las enseñe, debe practicarlas. Las palabras, bien, siempre que vayan a la par con el ejercicio, con la evidencia.
¿Con cuál de estas asignaturas iniciar el camino, la edificación de este gran puente? Sí, algunas, primero; luego, otras, y así; hay edades más propicias para ir asentando algunas, pero ya lo señalábamos, son asignaturas de nunca acabar.
Raúl Caamaño Matamala
Profesor Universidad Católica de Temuco