Alamedas, plazas, colegios y diversas instituciones llevan su nombre…Nuestro Padre de la Patria, como por todos es sabido, fue hijo de un virrey y, por esa condición, podemos suponer que su vida fue muy acomodada y feliz. Quizás lo fue en cuanto a su situación económica, pero la historia certifica que no fue tan así. Fue un niño con una infancia difícil, sin padre presente ni que lo reconociera formalmente (sin ir más lejos le decían el "huacho" Riquelme), sufriendo lo que hoy conocemos como "bullying" por ese motivo. Durante sus primeros años, su nodriza y criadora fue una mujer mapuche, quien le traspasó no solo su lenguaje, sino también los valores provenientes de esa cultura. Ya estando en edad escolar y "universitaria" si lo trasladáramos al día de hoy, tuvo la oportunidad de educarse en el extranjero, en donde aprendió el idioma inglés como una tercera lengua, a la vez que se embebió del espíritu y pensamiento libertario que estaba naciendo en Europa, producto de la influencia dada principalmente por la Independencia de los EE.UU. (1776) y la Revolución Francesa (1789), la cual planteaba una nueva cosmovisión, en donde el poder debía ser detentado por la voluntad de un pueblo, como lo es en un régimen republicano y democrático y no por un monarca, como era la idea que imperaba hasta ese entonces.
Con todo ese cúmulo de conocimientos y experiencias, lejos de aprovecharlas para su bienestar particular, las vuelca en su suelo patrio para actuar en consecuencia a su formación libertaria e igualitaria, liderando en un primer momento a las tropas patriotas (las cuales no contaban con una formación militar profesional, al igual que él mismo) que lucharon audaz y valientemente en contra del ejército más poderoso del orbe en esos tiempos, como fueron las tropas realistas españolas, venciéndolas finalmente en los llanos de Maipú.
Pero su amor por Chile no quedó solo allí…En su rol de Director Supremo, instauró una serie de instituciones muy contrarias al establishment de esos años y que hasta el día de hoy son parte de nuestra realidad y forma de pensar: creó el Congreso, eliminando con ello el autoritarismo y poder que en el sistema monárquico detentaba el gobernante; abolió los títulos de nobleza y mayorazgos, instaurando la equidad de todos, creando para ello la condición de "chilenos" a todos quienes nacieran en este suelo, sin distinguir raza, credo, procedencia ni bienes materiales; estableció el emblema e himno nacional como los conocemos hoy y que nos dan identidad como país; instituyó una "Legión al Mérito", como una forma de destacar este valor en cada ciudadano que por su contribución a la sociedad así lo mereciera, enterrando así por fin los títulos de nobleza que tanta diferencia hacían en dignidad y derechos de las personas.
Este 20 de agosto, celebramos ya 244 años del nacimiento del hombre cuyos visionarios pensamientos y acciones nos llevaron a ser un país como lo que somos hoy, independiente, próspero, estable y, más importante aún, con una identidad común e igual de ser "chilenos", sin importar diferencias de ningún tipo, condición que fue adquiriendo cada vez más sentido en el tiempo hasta lo que hoy somos, fruto de toda la experiencia y vivencias cultivadas como país a lo largo de nuestra vida republicana y democrática.
*Coronel, segundo comandante de la Tercera Brigada Acorazada "La Concepción"