Advertencia por agua en campamentos
Las alarmas en Copiapó no son precisamente por la sequía, sino que por el descontrolado aumento de tomas en los sectores altos. Personas con hasta tres casas están provocando un desbarajuste mayor. Por años hubo un aprovechamiento invisible de terrenos que nadie criticó por un mal entendido "buenismo". Ahora con tomas desbordadas, los que tienen más necesidades están pagando las consecuencias.
La crisis del agua se vive con intensidad en el sector centro del país producto de la sequía, mientras en Copiapó se advierte otra crisis pero relacionada con la distribución del vital elemento y que podría ser causada por la indiscriminada instalación de casas de material ligero en los campamentos. Y es que dirigentes prevén que los camiones aljibes del municipio no darán abasto para entregar este recurso, lo que traerá un sinnúmero de trastornos que van desde lo sanitario dadas las enfermedades que puede provocar la ausencia de agua potable, hasta las tensiones en pobladores que pueden terminar en agresiones y otros hechos lamentables.
No podemos esperar sentados y que esto se convierta en una especie de "guerra del agua" y se debe atacar el fondo de lo que ocurre, como es el control de estos asentamientos.
Hay que partir con evitar los "buenismos" y romantizar ciertos conceptos. Es muy cierto que hay familias que no tienen para pagar el arriendo, que viven con el sueldo mínimo y que no pueden esperar décadas por una vivienda social, pero también hay otros grupos que se aprovechan de estas condiciones para colocarse en donde quieren y al costo que sea para lucrar, dado que después arriendan o venden los terrenos o viviendas.
Se habló por años de que los campamentos surgieron por necesidad, pero poco y nada de quiénes se aprovecharon y se quedaron por años en terrenos, mientras renovaron vehículos y elementos que no son de primera necesidad. Todo por el "derecho" a tener un pasar digno y todo porque no se les podía criticar.
Así era cosa de tiempo para que ocurriera una avalancha de aprovechadores y, con ello, sucedió el efecto indeseado para quiénes realmente tienen necesidades básica de vivienda, dado que deben lidiar con el miedo a ser expulsados porque no se están respetando límites territoriales, con el temor a ser agredidos verbalmente o físicamente a la hora de encararlos y con el temor a no contar con servicios básicos de agua potable.
¿Será la autoridad capaz de sacar a los que están injustificadamente con dos o tres viviendas? La tarea está cuesta arriba, dado que una vez instalados se hace más duro el retiro.