Rusia y Ucrania cumplirán en los próximos días un mes en guerra y con ello dejarán una catástrofe de la que el mundo se debe lamentar. Las imágenes e informaciones son una muestra de lo terrible que puede ser un conflicto armado, donde inocentes son los más perjudicados.
Es la fiel muestra de que ojalá nunca en Chile esté en guerra o esté cerca de un conflicto y que se debe evitar por todos los medios posible.
¿Se podría imaginar si en Chile pasara que miles de niños se queden sin sus padres porque estos los han debido dejar partir a otros países o se imagina que miles queden huérfanos? Concebir estos escenarios en las calles y hogares de Atacama u otras regiones, simplemente da escalofríos.
Junto a esto, no solamente los que viven en estos países sufren por esta guerra, sino quiénes están afuera de la frontera. Miles de rusos, entre ellos dueños de empresas, deportistas, representantes del arte y la cultura, entre otros, han sido indicados con el "dedo" por ser de esa nacionalidad e incluso han sido expulsados de países o sacados de sus labores.
¿Se puede imaginar si pasara esto en Chile? ¿sería justo que un chileno sea exiliado, censurado u sacado de su trabajo en el extranjero porque su país está en guerra?
La guerra trae consecuencias para todos los ciudadanos y nos demuestra la fragilidad en la que podemos caer en cualquier momento, porque nadie puede asegurar que su nación estará libre de sus efectos.
La guerra, además, nos muestra que la inmigración no solamente es un asunto que sufren países llamados "bananeros", sino que aquellos como Ucrania que tienen una democracia débil -producto de la presión rusa- y están rodeados de problemas. Se estima que unas 10 millones de personas saldrán de los territorios ucranianos en una diáspora lamentable y que pondrá a prueba a los países de Europa.
El éxodo de personas ocurre por distintas circunstancias y lo ocurrido en Ucrania es el mejor de ejemplo de empatía que se debe tener con los extranjeros, que buscan salir del caos imperante en los sitios en que viven, teniendo siempre claro que no hay capacidad para recibir una ola gigantesca de personas, como sucede en la Región de Tarapacá que está sufriendo embates de una mala política en la materia.