Los hechos registrados en Iquique, tras una nueva protesta contra la delincuencia y la presencia de migrantes irregulares que no respetan la legalidad, eran esperables. Ya el año pasado se habían visto muestras de rechazo las que terminaron, al igual que ahora, con la quema de sus pocas pertenencias en sus lugares de refugio instalados en diversos sectores, principalmente en el borde costero.
Obviamente la molestia fue gatillada por la agresión a carabineros por un puñado de extranjeros que se resistieron a su detención al ser sorprendidos en microtráfico de drogas. Los hechos quedaron registrados en video y fueron viralizados desatando el enojo ciudadano y de las autoridades.
Tras la protesta en Iquique nuevamente volvió al tapete el problema de la inmigración irregular y cómo lo está enfrentando el gobierno. Pero también llevó la discusión a nuestras casas, a nuestros grupos de amigos, al trabajo y las posturas demuestran que sin considerarnos racistas o xenófobos, hay quienes miran con recelo a quienes llegan a cometer delitos.
Claramente son muy pocos los que respaldan la violencia, pero muchos los que están contra la migración irregular que se vive en el norte y la llegada de un porcentaje de extranjeros que están decididos a romper las normas y a establecer un estilo de vida fuera de la ley.
Pero no todos son así. Somos testigos de gente de bien que ha llegado en busca de mejores horizontes, alejados de su país y que hoy son ciudadanos distinguidos, buenos profesionales y buenos vecinos.
La tarea, sin duda, es que se debe separar la paja del trigo y eso lo tienen que hacer las autoridades de gobierno. Es difícil, pero existen fórmulas y una de ellas está en entregar más herramientas tecnológicas e instalaciones a las policías migratorias que están apostadas en la frontera.
Junto a ello dotar de albergues temporales para quienes buscan la reunificación familiar, pero que al llegar a Chile se quedan sin recursos tras un largo recorrido por Sudamérica, donde suelen ser engañados por banda de tráfico de migrantes conocidas como "coyotes".
Esas definiciones no son la solución definitiva, pero ayudaría a ser más selectivos con quienes desean seguir sus vidas en Chile, permitiendo el paso a quienes no tengan antecedentes penales en sus países de origen.
Chile es un país que ha crecido de la mano de las olas migratorias y no puede cerrar sus puertas a los extranjeros. Debemos seguir siendo hospitalarios con quienes ven en nuestro país la solución a sus problemas de subsistencia.