Elecciones democráticas
La historia es para recordarla. La historia relativamente reciente de la Universidad del Norte (1969-1973) nos señala que las autoridades superiores eran electas por toda la comunidad, es decir, académicos, estudiantes, administrativos y personal de servicio. Todos porcentualmente intervenían en la determinación del nuevo rector, decanos y directores de escuelas.
El primer rector electo de la Universidad del Norte, en esas condiciones, fue Miguel Campo Rodríguez, en 1970, quien recibió las votaciones porcentuales aplicando los preceptos de la reforma universitaria liderada por el estudiantado desde 1968.
Estudiantes y académicos votaban con el 40% del sufragio y el 20 % era para administrativos y funcionarios de servicios. La información era entregada a la Santa Sede, no siendo pontificia la Universidad del Norte en esos tiempos.
Todo el sistema había emanado de la reforma universitaria que lideraron los estudiantes desde 1968 en la universidad local y en toda la nación, siendo la Primera Línea de entonces las federaciones de Universidad Católica, Universidad de Chile, Universidad Técnica y Universidad de Concepción.
En forma paralela todo se había manifestado en el Mayo Francés de Nanterre, París, Berlín, Universidad de Berkeley. Sin olvidar el Grito de Córdoba de 1918, como planteamiento premonitorio. El precepto unitario de aquellos: Universidad para Todos.
"Los jóvenes alemanes Rudi Dutschke y Daniel Cohn Bendit, junto al chileno Gastón Salvatore Pascal fueron los dirigentes del Mayo Francés; Miguel Enríquez, en Concepción; Miguel Angel Solar y Manuel Riesco en Santiago y todos nosotros en Antofagasta. Y todos al mismo tiempo" ("El Mundo está Cambiando". Osman Cortés Argandoña. Plural Editores, Universidad Mayor de San Andrés. La Paz, Bolivia. Noviembre 2017)
Las ideas concretas de la reforma universitaria nacional perduraron hasta septiembre de 1973, retornando todo al Oscurantismo de la Universidad Encapsulada en la Cúpula de Cristal, sin que los gobiernos de la Concertación, en el poder por muchos años, se atrevieran a cambiar el sistema que ha hundido a la educación superior de la nación en la ciénaga de la inconsistencia.
La educación superior chilena era un reflejo de un país con esperanzas. Si se deseaba estudiar pedagogía se debía venir a Chile, donde los baluartes eran las Escuelas Normales y el Instituto Pedagógico de la U. de Chile. Si el interés era por la ingeniería de Minas y Metalurgia los alumnos llegaban de toda América Central a la Escuela de Minas de la U. Técnica del Estado de Copiapó y Antofagasta.
La Escuela de Periodismo de la U. del Norte tuvo alumnos, hasta 1973, de México, Brasil, Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador.
Todo cambió. Las nuevas generaciones de estudiantes universitarios esperan solamente obtener un título para incorporarse al esquema neoliberal que privilegia la competencia sobre la base del individualismo, olvidando a una masa potente de jóvenes que nunca podrán trasponer las puertas de universidades verdaderas.
Osman Cortés Argandoña
Inauguración
Con la inauguración de Joseph R. Biden, Jr., comienza una nueva y bienvenida era. La excepcional ceremonia en el Capitolio solo tiene como precedente la austera celebración para iniciar el cuarto periodo de Franklin D. Roosevelt en 1945.
Biden tiene un inmenso desafío por delante en la provisión de ayudas económicas para la población más vulnerable y golpeada por la pandemia, al igual que en lo que concierne al cambio climático, el aumento del salario mínimo federal (lo que competerá a la nueva secretaria del Tesoro, Janet Yellen), la contención estratégica de la República Popular China, entre otros. No menor será la tarea de neutralizar en la arena doméstica a los grupos e individuos constitucionalmente desleales y extremistas como Oath Keepers o Proud Boys.
Con Biden, el populismo basado en emociones fuertes y el excesivo partidismo estará en retirada. Esa es una buena noticia y sería un contrasentido que el nuevo mandatario caiga en el lenguaje de la política de la identidad o la woke ideology. Si seguimos a James Madison, en coyunturas como estas, los sistemas democráticos requieren de liderazgos que bajen las temperaturas y que canalicen las pasiones hacia formas constructivas, evitando el indiscreto entusiasmo por la división. En el contexto de nuestra propia coyuntura constituyente, lo anterior subraya significativamente la importancia de sistemas armónicos de frustraciones mutuas.guramente procurará confrontarlo.
Camilo Barría-Rodríguez