"Se produjeron menos paltas, aumentó la demanda y eso hizo que subiera el precio"
CRISIS HÍDRICA. Nueva titular del agro dice que "la sequía ya no es una emergencia, sino una condición que va a permanecer en el tiempo".
A una semana de asumir el cargo de ministra de Agricultura (en reemplazo del renunciado Antonio Walker), María Emilia Undurraga ya ha debido contestar en más de una oportunidad por qué las paltas están tan caras. Entre todas las urgencias de una cartera pilar para el abastecimiento de alimentos en el país, el valor de esta fruta se ha transformado en tema nacional. "Igual que cualquier producto, fluctúa en la temporada dependiendo de las condiciones climáticas del sector donde se produce y eso es lo principal. Tuvimos y aún tenemos muchas comunas con situaciones complejas hídricas y eso hizo que se produjera menor cantidad de paltas, lo que, sumado a un aumento de la demanda, hizo que subiera el precio", explica la ingeniera agrónoma.
De precios sabe la nueva secretaria de Estado. Hasta antes de integrarse al gabinete del Presidente Piñera estaba a cargo de la Odepa (Oficina de Estudios y Políticas Agrarias del mismo ministerio), justo la repartición que se encarga de monitorear los valores de los productos en el mercado.
-Así como se disparó el precio de las paltas, ¿no hay otros productos que puedan subir?
-Han subido algunos precios y han bajado otros. Esto es propio de la estacionalidad de la agricultura. Por eso siempre el llamado es a cotizar, porque sí hay diferencias entre los distintos puntos de venta. Estamos haciendo ese monitoreo, pero en general los alimentos siguen la curva de la estación.
-¿En qué etapa de la cadena suben los precios? ¿A nivel de productores o más arriba?
-Los precios no han sufrido grandes variaciones dentro de la cadena, sino más bien ha aumentado la demanda. Además, hay que tomar en cuenta que estamos en una situación de sequía que se ha prolongado por harto tiempo, lo que genera que haya menor producción en algunas hortalizas. Y cuando se mantiene el consumo, como ha pasado, eso hace que los precios suban en algunas ocasiones. Tenemos una combinación entre las condiciones climáticas y las condiciones de demanda. La pandemia nos hizo cambiar algunos hábitos de alimentación, lo que ocurrió por ejemplo con las legumbres. Los chilenos aumentaron, triplicaron su consumo de legumbres, y cuando ocurre eso hay un aumento de precios que después se estabilizan, porque, como estamos abiertos al mundo, podemos importar.
-Parece un hecho que la sequía no es un accidente, sino que está para quedarse. ¿Qué se puede hacer?
-Eso es muy importante de considerar. Como ministerio tenemos que reaccionar ante las crisis, pero principalmente nuestra responsabilidad es adaptarnos a las condiciones del futuro. Tenemos una línea de trabajo en terreno con el Indap, el SAG, la Conaf, con todos los servicios que están en contacto directo con las regiones. Pero después tenemos también un grupo de servicios que está pensando en el futuro y adaptándose. No sacamos nada con tener instrumentos para la sequía si sabemos que esta ya no es una emergencia, sino que es una condición que va a permanecer en el tiempo. Los programas desde el ministerio tienen que ir adaptándose a esta nueva realidad. Creemos profundamente en el trabajo colaborativo con el sector público, entre distintos servicios y el sector privado y la sociedad civil, con las universidades y toda la investigación y sus organizaciones. Creemos que estas situaciones de adaptación a una condición distinta no solo requieren de políticas públicas sino además del compromiso de todos los actores para poder enfrentarlas.
-En este camino, ¿qué deben hacer los productores?, ¿adaptar sus procesos o derechamente cambiar de producto?
-Una línea importante es el proceso productivo, en el riego, por ejemplo. La Comisión Nacional de Riego (CNR) ha duplicado su presupuesto desde hace tres años para poder enfrentar la tecnificación del riego. Cuando tenemos un riego por tendido en un campo, hay un 80% de pérdida. Cuando pasamos a uno tecnificado por goteo o por aspersión, disminuimos la pérdida a 20% o 30%. Ese es un ahorro significativo. La mejora podemos hacerla dentro y fuera de los predios. Por ejemplo, haciendo revestimiento de canales, obras civiles que nos permitan acumular el agua en el invierno para poder utilizarla durante el año. Toda esa planificación territorial es necesaria para entender esta nueva condición que llegó para quedarse.
-¿Aparecerán nuevos productos, frutas que antes no crecían en Chile?
-No sólo debemos adaptarnos un sistema de producción de agua distinto, sino que tenemos por ejemplo un servicio que está trabajando en variedades que se adapten a la sequía. Tenemos que ir en esa línea de la mano con la ciencia y la tecnología para poder contar con variedades que se vayan adaptando a esas nuevas condiciones. Por otro lado, generalmente uno habla del cambio climático sólo como déficit, pero también hay que recalcar que esta adaptación no sólo nos hace tener menos agua, sino que también tenemos una zona sur a la que este cambio le ha permitido cultivar productos que antes no podía. Hemos visto cómo ha avanzado la floricultura hacia el sur del país. Eso es producto del cambio climático y la gracia está en adaptarse a condiciones más adversas, pero también el poder incorporar cultivos en regiones donde antes no era posible contar. Por ejemplo, tenemos cerezas en Chile Chico, en la región de Aysén, algo que no lo habíamos visto, ni siquiera imaginado, hace un par de décadas. Ahora tenemos viñas cada vez más al sur.
-¿Y cómo ha sido la velocidad de adaptación del sector a esta nueva realidad climática?
-No sólo en el tema agrícola, sino de sociedad, cuesta adaptarse. A nadie le gustan los cambios. Por eso es tan importante que estos cambios no vengan sólo desde una parte. Ese es uno de los focos importantes que queremos poner en el ministerio, que las políticas públicas que necesitan adaptarse a estas nuevas condiciones se elaboren en mesas que incorporen la visión del sector público y privado y la sociedad civil, para que el resultado de esas mesas no sean nuevos programas o énfasis, sino que involucren la acción de cada uno de los actores en los territorios.
-Está en la discusión pública la firma del TPP-11. ¿Qué tan importante es para el tema alimentario?
-Sin duda que tiene mucha importancia. Es parte de una política de Estado que se ha llevado por más de 30 años y que nos ha abierto al mundo. Creemos que este tratado es parte de ello, mejora nuestras condiciones no solo en los rubros que estamos acostumbrados, sino además otros como la miel, la apicultura, y otros frutales menores que podrían dar posibilidades a la agricultura media y familiar. Este tratado incluye a países que están mirando el desarrollo de forma muy similar a nosotros; incorpora temas de género, de medio ambiente que no había sido visto en los anteriores. La agricultura dentro de las actividades exportadoras es una que por cada millón de dólares que exporta genera entre 100 y 150 empleos, a diferencia de la minería, que por ese mismo millón genera entre 4 y 7 puestos. Y es además una actividad que genera desarrollo en las regiones.
"Tenemos cerezas en Chile Chico, en la región de Aysén, algo que no lo habíamos visto, ni siquiera imaginado, hace un par de décadas. Ahora tenemos viñas cada vez más al sur". "Han subido algunos precios y han bajado otros. Esto es propio de la estacionalidad de la agricultura. Por eso siempre el llamado es a cotizar, porque sí hay diferencias entre los puntos de venta".