David Fincher es hijo de la industria. Comenzó trabajando en el departamento de efectos especiales de películas como "El regreso del Jedi" e "Indiana Jones y el templo de la perdición" antes de dirigir comerciales de televisión y videoclips para George Michael, Billy Idol, Michael Jackson y Madonna (suyo es el emblemático trabajo visual para la canción "Vogue"). Su desastroso debut en la dirección cinematográfica con "Alien 3" lo llevó a hurgar en los guiones disponibles en los estudios New Line Cinema. Ahí encontró el de "Los 7 pecados capitales", thriller oscuro que dirigió con conciencia del clima de fin de mundo que imperaba en los 90. Sumó una banda sonora de Nine Inch Nails para musicalizar lo que terminó siendo una fábula sombría y brumosa. Fincher inició así un trabajo irregular y heterogéneo que incluye clásicos instantáneos ("El club de la pelea" y "Zodiac"), películas olvidables ("The Game", "Panic Room", "Perdida"), excentricidades oscarizadas ("El curioso caso de Benjamin Button"), un remake desalmado ("La chica del dragón tatuado") y un largometraje que entendió el potencial que tendría Facebook en una nueva era ("Red social").
"Mank" marca su regreso al cine luego de trabajar para la televisión dirigiendo algunos capítulos de "Mindhunter". Es un antiguo proyecto que pudo concretar gracias a la holgada generosidad de Netflix. Un sueño hecho realidad cuyo guión fue escrito por su padre, fallecido en el año 2003.
El millonario presupuesto otorgado por el streaming beneficia una producción hecha al estilo de las viejas películas de Hollywood. Es un ejercicio en blanco y negro, con grandes escenografías y detallada ambientación de época. Una vuelta atrás pero en alta definición. Un homenaje a un arte en extinción que honra el invisible oficio de guionista a través del proceso de escritura de "Ciudadano Kane", trabajo realizado por un cínico y alcoholizado Herman Mankiewicz (Gary Oldman) que estuvo siempre a la sombra de un Orson Welles que, con 24 años de edad, estaba dispuesto a comerse al mundo.
Esta suerte de defensa romántica de un autor relegado -sumado a algunas declaraciones despectivas que Fincher ha hecho sobre Welles en los medios- es la parte efectista de una película que, por suerte, es mucho más de lo que indica su premisa. "Mank" disecciona el poder desde la meca del cine, su relación con la política y con el imperio mediático del magnate William Randolph Hearst, cercano a Herman Mankiewicz. En ese círculo de elite, el guionista funciona como un bufón, un cínico que plasma su mirada crítica en el que fue la gran obra de su vida, mientras Welles -quien se llevaría todos los créditos- brilla por su ausencia.
La estética no es lo único que Fincher toma del antiguo Hollywood. "Mank" es una película de diálogos rápidos al estilo de las viejas películas americanas y también un catálogo de artificios fílmicos que benefician la mímesis. Lo que tiene de actual es su larga duración, ambición discursiva y despliegue actoral de un Oldman que aspira al Oscar.
El guionista Herman Mankiewicz es interpretado brillantemente por Gary Oldman.
En resumen
"Mank" es el 11º largometraje de David Fincher.
Por Andrés Nazarala R.
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