Qué distintos hablamos
Hace cinco meses el cierre de fronteras del país era indispensable y, a las semanas, lo era la clausura de Atacama. El avance de la pandemia se correlaciona con mayor flexibilidad. No se trata de no ser flexibles, sino que pensar si este manejo práctico de la pandemia nos puede llevar a punto de exceso de relajo e indiferencia. No olvidemos que personas mueren.
Cada cierto tiempo es bueno mirar en retrospectiva ya sea en lo personal o como país para ver la evolución de lo que hemos vivido.En el caso del coronavirus, han pasado poco más de siete meses y por ese entonces los llamados a cerrar fronteras eran incesantes, mientras que en Atacama se pedía lo mismo a las semanas luego del aumento de los casos, que a esa altura estaban en todo Chile.
Hoy esas voces se escuchan lejanas e incluso alcaldes que tomaron posturas muy duras y críticas, se han abierto a abrir las ciudades -obviamente siempre con los protocolos sanitarios- con el fin de ir moviendo las ciudades. La falta de empleo y reactivación económica finalmente ya son importantes en la discusión.
Aún queda mucho trecho para realizar una evaluación final, pero queda la sensación que en lo general la flexibilidad ha ido de la mano con el concepto de que una cuarentena o cierre total, no son efectivos con el paso del tiempo. El ejemplo de Argentina -que tras un largo confinamiento vive una explosiva alza de casos- parece haber calado a lo largo de la comunidad, que parece aceptar el plan Paso a Paso. Mirando hacia atrás quizás hoy habríamos estados arrepentidos el decretar un confinamiento como el del país trasandino.
Pero aún en esta condición, y bajo el parámetro de la perspectiva, debemos también evaluar cómo se verían en el futuro en nuestros pasos actuales.
Las aperturas generan relajo en la población, que puede pensar erróneamente que el virus ya no sigue circulando en el aire, mientras que la flexibilidad de medidas puede ser confundida con aperturas descontroladas. Por ello, toda esa fuerza o presión generadas por largas cuarentenas deben ser encauzadas para evitar brotes que terminen con la pandemia a niveles que no queremos.
No se trata de no ser flexibles, sino que pensar si este manejo práctico de la pandemia nos puede llevar a punto de exceso de relajo e indiferencia. No olvidemos que personas mueren y que cualquier paso en falso puede repercutir en un aumento de fallecidos o bien dejar personas con secuelas, propias de una enfermedad que aún no sabemos cuán dañina puede ser.