29 de abril de 1859, La Batalla de Cerro Grande, la derrota de Pedro León Gallo
Enviada por: Miguel Ángel Aguirre.
La Revolución Constituyente fue el levantamiento armado y de carácter político, realizado principalmente por el pueblo de Copiapó y Atacama, que, inspirado por ideales liberales se opone al centralismo, los abusos de la poderosa oligarquía y del gobierno conservador. Los rebeldes buscan derogar la constitución.
Fue así como los revolucionarios forman el ejército del norte y logran derrotar a los santiaguinos en la Batalla de Los Loros en La Serena el 14 de marzo de 1859. Pero vendrá la Batalla de Cerro Grande, el 29 de abril de 1859.
Joaquín Blest Gana, abogado y político liberal contemporáneo a Pedro León Gallo, nos da un relato sobre ese día. "Pedro León Gallo y Ramón Arancibia habían tomado sus medidas con una sagacidad admirable. Los dos ejércitos se avistaron el 29 de abril; pero a poco andar Gallo se vio traicionado por el batallón primero de línea de Copiapó, cuyos jefes Urrutia y Vallejos habían sido comprados por el Gobierno, a cuyas tropas dejaron pasar por la fuerte posición que se les había confiado y que era la llave de todas las operaciones de Gallo. Este se vio repentinamente con el enemigo encima, y sin embargo de ver desbaratado con la traición su plan, rechazó por tres veces al ejército de Vidaurre, y mantuvo por cinco horas un combate reñidísimo, en que destrozó completamente la infantería del Gobierno".
Después de esto Pedro León Gallo huye a Argentina y de allí a Europa. En Copiapó la plutocracia minera comienza a abandonar las acciones e ideales de la Revolución. Un 29 de abril de 1859, con la derrota de Cerro Grande, y a pesar del heroísmo demostrado por los revolucionarios populares, la revolución había sido detenida.
Cuando nos volvamos a encontrar…
Como cada Domingo a la misma hora Patricia fue a dejar a su esposo al terminal del Pullman, ese bus y horario eran los más indicados porque habitualmente cumplían con el tiempo de salida.
Ya eran varios años desde que Patricia había dejado Chañaral para venir a trabajar a Copiapó.
Siempre era el mismo ritual, ella ordenaba su bolsón porque él eternamente distraído siempre dejaba algo que no debía dejar como los exquisitos sándwiches que el hijo religiosamente esperaba en Chañaral cuando llegara su papá.
Era curioso como el mismo recorrido se vivía con emociones tan diferentes, al llegar, mientras el bus avanzaba por Copayapu, cuando aparecía la UDA y luego el Mall, el corazón le saltaba de alegría, la que se hacía incontenible al reencontrarse con su esposa, hija y mascotas, al partir de regreso el recorrido era pleno de tristeza por las mismas calles cuando quedaban atrás la hija y las mascotas.
Antes de subir al bus, el beso de despedida y el eterno "llámame cuando llegues" y por supuesto la pena al ver como su esposa se alejaba por Copayapu hacia las Palmas de la Chimba.
En realidad pensó, hay más motivos para la alegría que para la nostalgia… antes de una semana regresaré y nuevamente estaremos juntos… mentalmente comenzó a cantar el tema de Carlos Vives que era uno de sus predilectos, mientras le pasaba el pasaje al inspector … le decía voy a Chañaral… y en sus pensamientos repetía" Cuando nos volvamos a encontrar ya no habrá tiempo para tristes despedidas"…