En agosto de 1990, Los Prisioneros, o el dúo González y Tapia para los más fanáticos, se presentaban en Copiapó para mostrar su nuevo disco llamado "Corazones", un álbum que no tuvo mucha llegada en los seguidores del ex trio de San Miguel, considerando que Claudio Narea había abandonado el grupo años antes. Las críticas al nuevo disco no se dejaron esperar, ya que no eran los rebeldes de antes. Ahora se cantaba al amor imposible. Pero con el correr de la gira, la percepción cambió, y hoy, 30 años después, "Corazones" es uno de los disco más importantes de la historia del pop chileno.
Es que Jorge González abrió un corazón enamorado para escribir la música y letra de esta, su obra maestra en la música. Incluso, el propio compositor reconoció que recién después de este disco fue considerado un "buen músico".
Las letras desgarradoras por el amor prohibido, con el tiempo se supo que se trataba de la esposa de su excompañero Claudio Narea, cambiaban la cara de rockero duro que se había concentrado en canciones de crítica social, las cuales siguen estando vigentes hasta la fecha.
Pero "Corazones" no fue solo amor, también se trata de una crítica al machismo con "Corazones Rojos", una canción trasgresora para la época que se vivía en Chile y el continente a comienzos de la década de 1990.
Paradójicamente, en el retorno de Los Prisioneros en 2001 (con gira donde pasaron por Copiapó en 2002) Claudio Narea tocó tres canciones de este disco, que sin dudas marcó una época en el país.
Ayer las redes sociales destacaron este disco como uno de los mejores de la historia, haciendo similitudes con otros grandes álbumes de diverso géneros.
Parece increíble que, al igual que los otros discos, la historia de Los Prisioneros ha traspasado las generaciones, tanto por el concepto de la crítica social que tuvieron a comienzos de la década de 1989, como esta obra de arte inspirada en un amor prohibido que separó al grupo.