Y sí solo las instituciones hubieran funcionado
Para decirlo de una manera bien grafica, el interior del INDH es casi una bolsa de gatos, las diferentes maneras de ver e interpretar un mismo hecho de violencia, dependiendo de quién sea la víctima y el agresor y viceversa respectivamente, ha sacado ronchas entre los once miembros que lo componen. Y claro, son once personas, en que cada una tiene su formación académica, sus experiencias personales, su ideario político partidista, en resumen son veintidós ojos mirando los delicados hechos de violencia, de destrucción y de abusos y cada uno de ellos usando sus propios cristales, muy personales y hechos a la medida...
¿Qué hacer entonces?
En la vida diaria de cada uno de nosotros, podemos hacer infinidades de acciones, solos y acompañados, y mientras no infrinjamos las leyes que ordenan la convivencia nacional, todo muy bien, por el contrario todo aquel que no cumple dichas leyes, la tarea de la justicia, es llamarlo a responder por sus actos ilegales y asignarle una pena aflictiva si corresponde...
¿Acaso no bastaría con que cada chileno tuviera muy claro y minuciosamente detallados, cuáles son sus derechos, pero también, y esto es algo que siempre se olvida, voluntaria e involuntariamente, decida usted, sus respectivos deberes, ojala firmando un documento oficial y con testigos, para que cualquier chileno, sepa perfectamente, sin ninguna duda, ni de forma, ni de fondo, el pleno conocimiento de que puede hacer y que no puede hacer, en cumplimiento de las leyes, y además sepa muy pormenorizadamente a que se expone si decide salirse del camino, por el cual transitan, día tras día la gran mayoría de los chilenos para hacer más grande a Chile y mejorar la vidas de los suyos?
Pero cál es la novedad, dirán muchos, si esto debiera ocurrir, sí ó sí, hoy en Chile, es verdad, pero quién ó quienes debería(n) ser el (los) garante(s) de que lo anterior se cumpla a cabalidad, hoy están muy mal calificados por la ciudadanía, por inacciones (Código Penal desactualizado), por sorderas crónicas (Desestimar los llamados de la gente) , por personalismos desenfocados, por ver el yo y el nosotros primero antes que somos todos, y otros, aunque parezca un contrasentido, por violar las mismas leyes que juraron cumplir, ¡De Ripley!, corrupción, mal uso de fondos públicos, etcétera, podría seguir, por esa razón, y no por otra, surgen organizaciones que deben velar tanto por el cumplimiento de los DDHH (Tanto para proteger los derechos y ojala también los deberes) de las personas, porque con instituciones nacionales muy bien calificadas con un 100% de credibilidad por parte de la ciudadanía, ó como decía el ex presidente Lagos, "Dejemos que las instituciones funcionen", creo que todos en general estaremos de acuerdo, que sí todas las instituciones hubieran funcionado, cumpliendo totalmente los mandatos que les asignan las leyes, otro gallo cantaría hoy en Chile y no tendríamos a once personas, intentándose ponerse de acuerdo, cuando a todas luces, entre ellos solo persisten "las peleas chicas", tan comunes y ya rancias entre izquierdas y derechas, que mirando el presente de Chile, queda demostrado que no sirvieron de mucho, más bien lo empeoraron...
Luis Enrique Soler
Los dos papas
La película "Los dos papas" ha generado mucha expectativa y diferentes opiniones entre los espectadores. Es un logro que un tema de interés religioso se posicione entre el gran público, en concreto de Netflix. La cinta muestra dos personas importantes en la Iglesia, y lo que podría ser su relación, lo que considero, sin duda alguna, valioso. Sin embargo, hay aspectos que llaman la atención y hasta incluso, llegan a incomodar.
Al inicio de la película el director señala que está basada en hechos reales, lo que podría dar a entender que lo que muestra es verdadero, sin embargo, hay que entender lo que significa eso de "basada en hechos reales": hay, en efecto, algunos datos reales, pero no todos. En la película se da una recreación de la historia y de los personajes que lleva el sello del director y de los actores. Esto me lleva a afirmar que la forma de presentar algunos temas o, incluso de mostrar las personalidades, no le hace justicia a las personas reales. En este último punto me refiero especialmente en cómo presenta a Joseph Ratzinger, Benedicto XVI.
Debo decir que algo le conozco, le he saludado en persona, he leído sus libros, sus entrevistas y además he escuchado testimonios de primera mano de personas que han trabajado o convivido con él. Y de todo eso puedo afirmar que es una persona ponderada, muy discreta, nunca busca llamar la atención, además muy acogedora, generador de vínculos, que le gusta el trabajo en equipo y valora a cada persona por lo que puede aportar; que no reacciona con rabia ante una opinión contraria, más bien, destaca por su sentido del diálogo y de apertura ante personas con posturas distintas a la suya. Esto lo saben cuántos conocen su trayectoria intelectual.
Esther Gómez