Reformas institucionales para Chile: las regiones
Lo que estamos viviendo en Chile se ha venido incubando hace años. La ciudadanía manifiesta una sensación de malestar y descontento profundo. Si bien la desigualdad económica es parte del problema, hay también desigualdades sociales, territoriales y políticas. Además, los chilenos se sienten vulnerables ante una serie de riesgos vitales que pueden transformar sus vidas: una enfermedad o la pérdida del trabajo. Finalmente, los ciudadanos perciben una asimetría respecto de los castigos que deben enfrentar quienes atentan contra las reglas del juego: cuando un ciudadano medio rompe las reglas enfrenta toda la fuerza de la ley; cuando lo hace un empresario, se le "castiga" con clases de ética. En suma, consignas como "no más abusos" revelan una demanda ciudadana por igual trato y dignidad.
Se ha afirmado, con razón, que la salida a la crisis debe ser institucional. Pero, pareciera que nuestra institucionalidad lleva años sin poder canalizar lo que hoy vemos en las calles. Así, nos enfrentamos a una paradoja: articular una salida a nuestra crisis social pasa, en gran medida, por la institucionalidad política; pero dicha institucionalidad se encuentra en crisis.
¿Cómo salir de esta situación? Sería apresurado e ingenuo intentar reformas políticas profundas en el corto plazo. Por lo mismo, es clave dar una señal clara con una política social que se haga cargo de la demanda por dignidad. Al mismo tiempo, urge buscar mecanismos que, en el mediano plazo, logren encauzar las inquietudes de las personas. Por de pronto, sería pertinente evaluar hasta qué punto el nuevo sistema electoral ayudó a mejorar la representación del Congreso. No obstante, es fundamental mirar más allá; hay que contemplar también la institucionalidad territorial. ¿Hasta qué punto el actual sistema político representa correctamente las diferencias regionales del malestar? En este sentido, la descentralización representa una oportunidad. En la medida que nos tomemos en serio esta discusión, será posible apuntar hacia un diseño institucional que entregue una mayor representación territorial al sistema político a través de los gobernadores electos.
El país enfrenta una situación compleja; sin embargo, una institucionalidad más descentralizada pareciera ser el norte hacia un sistema que a largo plazo sea capaz de identificar y reaccionar a la multiplicidad de problemas que enfrentan los chilenos.