En distintos puntos de Copiapó se encuentran familias venezolanas que piden ayuda a los transeúntes. Son parejas con niños y una mujer embarazada con un mismo objetivo, llegar a la embajada de su país en Santiago para regularizar su situación en Chile y conseguir un trabajo estable, dejando atrás una vida en la que el hambre y la corrupción fueron parte de la rutina.
Afuera del Mall Plaza Copiapó, junto a un coche cubierto con la bandera de Venezuela está Nataly Suárez, de 29 años. Tiene cuatro meses de embarazo y dos hijos que quedaron en su tierra natal, un niño de diez años y una pequeña que pronto cumplirá los cinco. Ambos al cuidado de familiares.
Sobre su viaje, la mujer explica que antes de llegar a Chile estuvo "tres meses en Colombia, trabajé y luché para comprar un pasaje y me vine por escala, ya que no me rendía el dinero. Si uno trabaja y no envía para Venezuela nuestra familia no tiene nada que comer. Me vine como caminante, haciendo dedo".
En cuanto al porqué salir del país sin sus hijos, la mujer explicó que "es difícil allá en Venezuela mantener niños, los dos me pedían comida y no podía darles (...) Mi experiencia con la ayuda en Venezuela y esas cajas es que son un fracaso, no puedes vivir con un kilo de pan, un kilo de arroz, un litro de aceite por un mes".
Además que "cuando salí de Venezuela me sacaron de esa caja. Pensaron en mí, no pensaron en mis hijos que quedaron".
Mientras que la joven Renzi Sandoval, de 26 años. Quien pide limosna en la intersección de calle Atacama y Chacabuco, agregó sobre las cajas de ayuda que no tienen certeza de cuando llegaran, pues "no es semanal, eso es una vez al mes, cada tres meses, como mejor les parezca a ellos. Las ayudas llegan cuando necesitan votos, para que las personas voten a su favor".
Opresión
Junto a Renzi, vendiendo dulces y billetes venezolanos de colección está su pareja, Robinson Linarez, de 22 años. Quien se refirió a la opresión en Venezuela explicando que "la policía usa bombas de humo, lacrimógenas, perdigones contra la gente y actúan como si nada".
A lo cual Renzi añadió que "hace poco estuvimos viendo en Facebook que un chico estaba protestando por el gas y uno de los policías del gobierno le dio un tiro en la cara, le hirió el rostro y le hizo quedar ciego. Eso no sale en las noticias".
Según el testimonio de Nataly, inclusive el voto electoral sería manipulado en el país caribeño, sin que sus habitantes pudieran reclamar ante las autoridades. La mujer dijo que en las últimas elecciones presidenciales de su país su voto fue alterado.
Sobre tal hecho, la venezolana declaró que "yo voté por Henri Falcón y el ticket me salió como que si voté por Maduro, cuando fui a romper la papeleta me dijeron 'si la rompe va presa' si me la metía en la boca y la comía también iba presa. Eso lo hacían los funcionarios, los mismos funcionarios son los que reprimen, algunos no. Pero los que están más enchufados en el gobierno son los más corruptos".
En la atención médica también está presente la corrupción, al respecto Renzi explicó que "los directores de los hospitales mandan a revender las cosas que llegan, las cosas que donan a los hospitales las revenden ahí mismo. Uno sale y hay partes afuera donde hay personas que llaman los bachaqueros, con ellos uno consigue las cosas. Cómo hacen ellos para conseguirlas, quién sabe, es cuestión del gobierno".
Con los bachaqueros la gente obtiene "medicina, lo que no se consigue en farmacias, boticas, cosas para curar, todo eso". Además de comida y otros artículos.
Travesía
Hechos como lo narrado anteriormente, sumado a la falta de recursos como gas, electricidad y agua, fueron base suficiente para que la Nataly, Robinson, Renzi y otras dos parejas concluyeran que dejar Barquisimeto, su tierra natal, era la mejor opción para ayudar a sus familiares. Iniciando de esa forma una larga travesía por los países vecinos.
Sobre el trayecto que hicieron, Robinson explicó que "somos cuatro familias, ocho adultos y dos niños. Ha sido un viaje lento, recorrimos todos los países antes de llegar a Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Para juntar dinero lo hacemos siempre así, vendiendo caramelos y con la ayuda de la gente".
Una vez en la frontera, no tuvieron muchos problemas para cruzar el paso de Chacalluta. Pues, según explicó Mariana Teran, otra de las extranjeras que llegó junto a Nataly. "estaban pidiendo solo cédula en la frontera para cruzar. Teníamos un refugio en Perú y teníamos que renunciar a ese refugio, nos regresamos a Perú y tuvimos que esperar cuatro días. Cuando regresamos ya estaba el problema del paso de Chacalluta, pero como habíamos llegado antes que empezara ese problema de que pidieran Visa, hablamos con la PDI y esperamos dos días. Después nos dejaron pasar con un permiso por tres meses".
Ya en territorio nacional, las cuatro familias han avanzado de a poco, respecto a tal camino, Renzi dijo que "estuvimos en Arica, luego Iquique, Antofagasta, y ahora aquí (...) Nos quedamos en casa de una señora que nos ayudó y nos cobró $5.000 por cada uno, gracias a Dios pasamos la noche bien, descansamos del viaje".
Consultada sobre el recibimiento en Chile y los otros países que han visitado, Nataly expresó que se siente agradecida, ya que "aquí la gente es muy chévere, nos han tratado muy bien. Lo que son los chilenos y los colombianos se ponen en el lugar de uno, aunque hay algunos que nos tratan mal y a veces son venezolanos, eso es lo que más duele".
A la vez que Robinson explicó que el motivo para llegar a Santiago y no quedarse en otra ciudad es que "nos dijeron que se nos puede hacer más fácil regularizar nuestra situación en Santiago, porque allá está la embajada de Venezuela y nos pueden hacer todo más rápido".
Por ese motivo, con la ayuda de los copiapinos y/o la colaboración de alguna autoridad, las cuatro familias de extranjeros esperan llegar a la capital. Ciudad en la que tienen puesta su esperanza de regularizar su situación y encontrar un trabajo estable que les de la tranquilidad de poder salir adelante y ayudar a sus demás familiares que dejaron en el país que los vio nacer.
4 familias de venezolanos piden limosna en las calles de Copiapó, para costear sus gastos y llegar a Santiago.
$5.000 pagan por persona en la residencial donde alojan actualmente.