¿Paipote comuna? Mejor fortalecer municipio de Copiapó
Hace un tiempo escribí en este mismo medio acerca del populismo del diputado Lautaro Carmona al proponer convertir en comuna a Paipote, las razones que expuse para rechazar dicha idea eran de tipo técnico y puse énfasis que si el Estado de Chile apenas entrega recursos a una comuna del nivel de Copiapó, que está al borde del colapso con menor razón lo haría con una eventual comuna de Paipote ya que basta ver en Chile como están las comunas como la que se pretende crear en Paipote. Ahora es el diputado Felipe Ward, quien representa a Calama y quien aspira a ser senador por Atacama el que propone crear la comuna de Paipote, propuesta que carece de fundamento técnico y es a todas luces de carácter electoralista ya que el diputado Ward busca a toda costa hacerse un nombre en la región y desconoce la precariedad de recursos que se traduce en la imposibilidad del municipio copiapino de contar personal en áreas claves para el desarrollo armonioso de la comuna. Hoy los pocos profesionales del área directiva del municipio apenas pueden cubrir las exigencias mínimas que hace la ley de municipalidades.
Municipios que funcionan bien en Chile como Las Condes, Ñuñoa, Providencia o Santiago centro, tienen una adecuada dotación de funcionarios en cambio comunas como Copiapó son casi circo pobres donde funcionarios deben ejecutar varias funciones, las que al final se hacen a medias.
Lo que sucede en Copiapó es un problema que ocurre en cientos de comunas de Chile. Me pregunto que ha hecho Felipe Ward para evitar eso y que ha propuesto para Calama, comuna que representa en el congreso.
En los 80 por gente como Ward se crearon comunas ghettos como La Pintana , La Granja, San Ramón, etc asi se controlaba de mejor manera a la población sin transferir mayores recursos y esa "ghettización" ahuyentó la inversión privada,que prefirió llegar a las comunas que dieron origen a las comunas escindidas,lo que hizo que comunas más ricas fueran más ricas y comunas pobres siguieran siendo pobres y con un electorado poco exigente.
El jaque a las escuelas de medicina
En relación a lo anterior, y como miembros de una de las universidades que más médicos aporta al sistema público del país, cabe preguntarse: ¿Tendrán que enseñar esta nueva realidad todas las facultades de medicina? ¿Podrán existir universidades que, por su visión antropológica, no deseen enseñar tales prácticas? ¿Podrán objetar los internos esta práctica? ¿Será la gratuidad un criterio que determinará obligación de impartir la enseñanza del aborto?
Llama la atención la liviandad con que se ha tomado este tema, el cual cambia radicalmente los fines de la medicina. Por cientos de años, el fin primordial de la actividad médica ha sido cuidar, respetar y proteger la vida humana, y como muestra del compromiso con tales principios es que todos los médicos de Chile han jurado no dar a ninguna mujer supositorios destructores, mantener sus vidas, alejados de la culpa.
El actual proyecto de ley no sólo termina con la vida humana en su momento de mayor vulnerabilidad y abandona a las madres en su soledad, sino que también destruye uno de los más nobles fines de la medicina: proteger la vida humana.
La cultura de la tómbola
Señor director:
Francisco Lagos
Hace unos días, Monseñor Fernando Chomalí publicó a través de un medio escrito de circulación nacional una columna titulada "El jaque a las escuelas de medicina y otros temas". Al respecto, nos parece oportuno sumarnos a sus palabras cuando plantea el gran dilema ético que existirá para los estudiantes de medicina y sus facultades: impartir y enseñar prácticas que van en contra de los fines de la Medicina, como las que se plantean en el proyecto de ley sobre la despenalización del aborto en sus tres causales, actualmente en tramitación en la Comisión de Constitución del Senado.
Dr. Luis Castillo Fuenzalida, decano de la Facultad de Medicina U. San Sebastián Nicolás Fernández, Interno de 6° año de la Carrera de Medicina
La tómbola nos hace iguales, nos incluye y no discrimina, es una diosa pagana hermana de la Fortuna y enemiga de Atenea. Ella todo lo simplifica, es cuestión de anotarse y el azar determina si somos aptos para las opciones de vida. Sería más fácil y económico incluir a todos los ciudadanos en una tómbola gigante y el día señalado dejar que al azar rueden las bolitas que designarían a Presidente, Senadores, Diputados o cualquier autoridad elegible y la democracia sería aún más democrática. Se crearía el ministerio de la tómbola, quien por ejemplo, extendería el método a las listas de espera de los hospitales, donde la tómbola sería la solución: al menos la suerte salvaría al paciente. Parece un cuento Kafkiano o de Orwell: el estado sería el dueño de la tómbola, y los encargados podrían "cargar" las bolas, determinar la suerte de algunos, empoderarse y así volver a la discriminación y desigualdad. Es preferible reconocer que somos desiguales y dejar la tómbola para juegos de azar.
Marcos Concha Valencia