Aprendizaje de una emergencia
Esa fuerza colectiva es una de las herramientas más importantes para contribuir con las personas.
La fragilidad del país en términos de su exposición a las catástrofes naturales pone de manifiesto la mayor fortaleza de sus habitantes, la resiliencia con que cada uno de ellos aborda el desafío de volver a empezar.
El término resiliencia, acuñado desde el área social de las propiedades de los metales, manifiesta esa facilidad para adaptarse a situaciones extremas y no experimentar grandes transformaciones en lo esencial, lo que les permite volver a enfrentarlas sin desventajas.
Toda experiencia traumática tiene que necesariamente contener un aprendizaje, y tal vez esa es la garantía de las personas que viven en carne propia las pérdidas, porque son capaces de colaborar con el otro desde la solidaridad y la empatía.
Cuando ninguna región está exenta de vivir situaciones críticas con la naturaleza, las zonas afectadas se recuperan y sacan las energías para ayudar a otras a levantarse. Es un esfuerzo nacional, organizado y espontáneo.
Sabemos que el Estado y la institucionalidad hacen su parte, pero también una vía importante de respaldo viene de las instituciones privadas, organismos sin fines de lucro y de personas anónimas. Esa fuerza colectiva es una de las herramientas más importantes para contribuir con las personas a recobrarse y superar la adversidad.
Esa muestra de apoyo y cariño de carácter comunitario es un importante estímulo para comenzar de nuevo cuando a simple vista todo lo material se ha perdido. Por ello es importante también que los mecanismos de respuesta actúen rápido, es una forma efectiva de abordar los efectos del estrés en las personas ayudando a retomar, en lo posible, sus rutinas. De lo que ello demore, tardará también la reparación de los afectados para retomar sus vidas.
Es evidente que después de las grandes catástrofes las vidas de las familias nunca vuelven a ser lo mismo, pero es evidente también que de manera innata las personas avanzan y superan la emergencia.
Hoy fue el fuego, ayer la seguía, un poco antes un terremoto, luego un aluvión o una erupción, en fin, una naturaleza dinámica, un territorio particular y personas que lo viven y se disponen siempre a comenzar de nuevo. Eso es claramente una de las grandes cualidades que tienen los habitantes de un pequeño país llamado Chile.
Cristian Gonzalez Verasay Director de la ONG Supérate