Necesitamos más compromiso
Una persona fallece en su hogar y pasa más de una semana antes que alguien se entere. Eso es solo una muestra de lo que ocurre cuando no nos preocupamos como vecinos. Vecinos organizados pueden enfrentarse a dificultades mayores, a diferencia del caso expuesto donde sorprende que nadie se dio por enterado de lo que sucedía
Vivimos en un mundo lleno de contradicciones, una de las que más sorprenden es la ausencia de coordinación entre vecinos, lo cual se aplica para todas las esferas de la vida. Es lo que se percibe cuando se tiene conocimiento de que un vecino de la capital regional puede pasar más de una semana muerto en su propia casa sin que nadie de quienes viven en su entorno sospechen o se percaten de su ausencia.
Esto va más allá de lo anecdótico, existen casos de personas que fallecieron y fueron encontrados en sus hogares después de años, noticias que al saberse aún sorprenden y llaman la atención sobre la soledad en las grandes ciudades.
Razones para que esto ocurra pueden haber muchas, pero nunca es la falta de personas cerca, puesto que ante cualquier hecho siempre existe algún testigos, como el dueño del almacén al extrañar los hábitos de compra u otros indicios que puedan hacer pensar a los vecinos que algo no anda bien.
Esa desidia ciudadana que ocurre ante un acontecimiento al parecer poco trascendente se aplica hasta en los grandes sucesos que pueden afectar a una comunidad. En la medida en que nos deja de importar quien vive al lado, vamos transformándonos en personas vulnerables a los acontecimientos que pueden, incluso, afectarnos en forma colectiva.
Un ejemplo de ello es la delincuencia; por egoísmo, los barrios actuales parecen verdaderas cárceles en lugar de que los vecinos establezcan fórmulas de cooperación, que en el largo plazo son más efectivos que invertir en una alarma que sonará sin que nadie repare en que se está cometiendo un delito.
Los mismo vecinos, de haber tenido los contactos suficiente con el fallecido, habrían informado a tiempo a sus familiares que algo sucedía, habrían puesto a prueba su sentido de barrio y de paso habrían ganado una oportunidad para demostrarse a sí mismos, que organizados pueden enfrentarse a las adversidades. Pero como ocurre en estos casos, los problemas de algún vecino en un momento determinado no son de la incumbencia de nadie, mientras esa desgracia no le toque al resto.