Mabel González
Es conocido como "La Jungla" y en él se estima que viven unos diez mil inmigrantes quienes, tras no haber tenido suerte en otras ciudades de Francia, como París, se desplazan hacia el norte para intentar llegar a Gran Bretaña a través del Canal de la Mancha. Es el campamento de Calais, que se ha vuelto uno de los símbolos de la crisis de refugiados en Europa.
Pese a que el número de personas que llegan a ese lugar con improvisadas carpas sigue en aumento, el Gobierno francés continúa, por estos días, en su intento de desmantelarlo, un proceso que inició a principios de año de la mano de "bulldozers" y retroexcacavadoras, con el fin de reducir la tensión social en esta ciudad portuaria de 70 mil habitantes.
La pretensión de las autoridades es reubicarlos en caravanas con calefacción en la misma zona o trasladarlos a centros de acogida dispersos por toda Francia.
El Gobierno de Francois Hollande ha recibido presión de distintos gremios de trabajadores, especialmente de camioneros, agricultores y propietarios de pequeños comercios, quienes se han unido para exigir el cierre definitivo del campamento.
Cuestionamientos
Sin embargo, el desalojo ha recibido críticas de algunas organizaciones humanitarias, las que acusan que se ha hecho con exceso de violencia. También han alzado la voz por la falta de alimentos y las condiciones de insalubridad en la que viven estos miles de sirios, eritreos, sudaneses, iraquíes y afganos, cuyo objetivo inmediato es poder solicitar asilo en el Reino Unido.
"Hace unos meses teníamos 70 personas en la cola del almuerzo, ahora tenemos a 500", dijo Marie Eisendick, de la ONG Refugee Community Kitchen, citada por el diario español El Mundo, que también reportó una disminución de las donaciones económicas debido a que, con el inicio de la operación de desalojo, el Gobierno francés hizo creer que el problema ya estaba resuelto.
"Esto es una cárcel, pero una cárcel abierta para nosotros, porque no conocemos ningún lugar a dónde ir o dónde quedarnos", dijo esta semana a la BBC un refugiado que habita en el lugar.
Muro de un kilómetro
A la decisión de desalojar el poblado se sumó esta semana el anunció del secretario de Estado de Inmigración del Reino Unido, Robert Goodwill, quien informó la construcción de un muro de un kilómetro de largo y cuatro metros de alto con el fin de separar el campamento del puerto de Calais y de la carretera principal, así como "proteger" a los camioneros y automovilistas de las agresiones.
El proyecto forma parte de un nuevo plan de seguridad impulsado por París y Londres para Calais, que cuenta con un presupuesto de unos US$ 23 millones.