En resumen
-El documental, ¿sació el hambre por buscar tu origen inca?
-Me abrió más el apetito. Enriquecí la percepción de mi mismo y de mi medio. Me expuse a estar abierto, una especie de nudismo, obteniendo nuevas formas de autoidentificarse y reconocerse. Logré encontrar aún más piezas. Más material con el que expresarme y percibir a la hora de vivir y hacer arte. En mi familia nadie ha profundizado mucho en esta historia, ni yo lo hice tanto en este viaje... se me presentaron otras historias que escudriñar.
-¿Crees que se entiende tu trabajo como artista con estos fragmentos de ti mismo?
-Se explica una parte importante de mi método de trabajo. Creo que hubo un diálogo muy potente en el tratamiento visual de la película y que se amalgama totalmente con mi manera de ver y hacer obra. Siento una alegría absoluta de que el documental recorra Chile entero, porque es finalmente una obra que trata la identidad en varias de sus formas. Y aún me siento un príncipe inca, aunque me tachen de megalómano.
-¿Qué fue lo que más te impactó del viaje? ¿Qué lugar te quedó marcado en la memoria?
-Encontrarme con el abandono de un pueblo, arrancado de sus líderes y de su espiritualidad primigenia. También la experiencia epifánica con mi historia familiar y el paisaje desbordado y silente. Este viaje y estas experiencias, por ejemplo, de conocer la casa donde vivió mi abuelo, son algo que me habría gustado mucho compartir con mi abuelo, junto con mi padre y con Silvestre, mi hijo mayor.
Felipe viaja por el altiplano, se relaciona con los lugareños e indaga en sus propias raíces.
3 preguntas
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El documental "El príncipe inca" sigue al artista chileno Felipe Cusicanqui a través de Bolivia, en busca de una leyenda familiar que le contó su abuelo: su sangre proviene de la nobleza inca. Gracias a la invitación de la directora del documental, Ana María Hurtado. La película compite en Sanfic y se estrenará en salas de todo el país el 8 de septiembre.
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Marcelo hernández