La mujer que resguarda el inmenso legado de Raúl Ruiz
-Por estos días se realiza en Valparaíso el ciclo "Making Of: Trabajar con Raúl Ruiz". ¿Qué valor le da a este encuentro?
-Lo que me parece interesante es que sean personas que trabajaron con Raúl, que lo conocieron, que vieron el entusiasmo que sabía compartir por la obra que estaba realizando, y que sean ellos que cuenten su experiencia. Raúl realizó alrededor de 120 películas. Si por lo menos la mitad de ellas se conocieran en Chile, ya podríamos decir que su obra llegó a su país. Francia nos acogió para que se realizara en la Cinemathèque, en el mes de abril y mayo del 2016, una retrospectiva que mostrará alrededor de 80 films. En Francia se habrán restaurado alrededor de 15 películas que estaban en mal estado.
-¿Cómo era Raúl Ruiz en la vida cotidiana?
-Cuando estaba en la casa, lo primero que hacía en las mañanas era trabajar en sus cosas. Escribía, tenía su escritorio y su máquina de escribir. En las tardes, cuando no estaba filmando, se dedicaba a leer. Cada uno tenía su rincón en la casa, con su escritorio, y cada uno trabajaba por su lado. Para mí, las mañanas eran el momento más productivo. Después había que preparar el almuerzo. Esos eran momentos que compartíamos, también la conversación sin pauta después del almuerzo. Cuando yo viajaba, porque tenía que filmar afuera, él invitaba a algún amigo a la hora de almuerzo, para conversar. No le gustaba almorzar solo.
-Su último trabajo se aproxima a la interesante figura de María Graham. ¿Qué le interesó especialmente de ella?
-María Graham, viuda de un capitán inglés muerto en el sur de Chile, llega a Valparaíso y ahí entierra a su marido. Desde su llegada comienza a escribir un diario. Ese cuaderno describió nuestras costumbres de principios del siglo XIX, comparándolas con las inglesas (lógicamente mejores, según ella). Tenía bastante humor, conoció a O' Higgins y a San Martín. A uno lo amó, al otro lo detestó. Fue compañera y amiga de Lord Cochrane, su compatriota que más tarde la llevó de vuelta, primero a Brasil, donde trabajó algún tiempo como institutriz. Más tarde viajó Londres, donde se casó de nuevo. Creo que es buen ejemplo de las viajeras del siglo XIX y su visión de los primeros chilenos es bastante lúcida. Por esa y muchas razones hice un film.