Cambio en el mundo político
Un tema complicado es el que actualmente se vive con la crisis de credibilidad que afecta a diversas instituciones, principalmente las relacionadas con la clase política. Una crisis generada por situaciones irregulares, incluso delitos que se han hecho público en el último tiempo y que han desatado una molestia generalizada.
Para muchos no es novedad. Es algo que se sabía y que en repetidas ocasiones habían observado que se practicaban a vista y paciencia de todos. Eran prácticas aceptadas pese al olor a corrupción que emanaba de cada uno de esos acuerdos.
El tejado de vidrio ha sido la tónica de muchos de los actores que han intervenido en el debate. Se ha criticado y al corto tiempo nuevos antecedentes comprueban que aquellos acusadores no tenían la moral para hacerlo.
Como país no podemos hacer más que lamentar lo ocurrido y exigir que la justicia condene a quienes cometieron delitos o que intentaron corromper el poder político para el beneficio de sus intereses.
Pero también debiéramos trabajar en eliminar todos los flancos débiles que han permitido que se produzcan estos hechos lamentables. Y por supuesto, reiterar que quienes ingresan en el servicio público es por vocación y lejos estarán de enriquecerse, pero sí contarán con la dignidad suficiente para vivir.
Reiterar que con las nuevas regulaciones su carrera tendrá un tiempo finito y tendrán que saber desenvolverse lejos del aparataje estatal y de sus influencias.
Quizás allí encontremos algunas dificultades porque precisamente quienes dedican algunos años al servicio público, les cuesta reinsertarse en el ámbito privado y eso ha permitido que caigan no sólo en cobrar por servicios no prestados también en relaciones con el empresariado que son éticamente criticables.
Son esas fisuras las que fueron utilizadas y las que deben sellarse definitivamente. Primero legislando y segundo insistiendo en contar con políticos convencidos en que tendrán su tiempo para dedicarse al país y otro para preocuparse de lo suyo.